Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por un comportamiento patológico con respecto a la ingesta de alimentos y una obsesión por la imagen corporal y el control del peso. Se trata de un grupo de trastornos cuya prevalencia está viéndose incrementada en los últimos años, situándose esta en España en el 4,1% a 6,4% en mujeres de 12 a 21 años, y en el 0,3% para hombres. Los TCA más frecuentes son:
• Anorexia nerviosa: el principal síntoma es la pérdida brusca de peso, el miedo irracional de engordar y la obsesión por adelgazar.
• Bulimia nerviosa: comparte con la anorexia nerviosa la preocupación extrema por el peso y la figura, manifestándose principalmente en periodos de atracones seguidos de conductas compensatorias (ej. vómitos, uso de laxantes, ejercicio físico intenso).
• Trastorno por atracón: se caracteriza por la presencia de atracones en los que se siente una pérdida de control, pero a diferencia de la bulimia, no tienen lugar conductas compensatorias.
Aunque las épocas de festividades, como pueden ser las Navidades, suelen traer momentos de celebración y alegría, para las personas que tienen un TCA pueden suponer un reto, pues en nuestra cultura está firmemente arraigado el festejar alrededor de la mesa. Las grandes comidas familiares pueden ser difíciles, tanto para las personas que tienen el TCA, como para las personas de su entorno. Si tenemos un familiar que padece un TCA, ¿cómo podemos ayudarle en las celebraciones de estas Navidades?
• Evitar hacer comentarios o dar opiniones relacionadas con el aspecto físico o el peso, tanto de la persona que tiene el TCA como del resto de los presentes. Así mismo, es recomendable no hacer comentarios sobre la cantidad de comida que se está ingiriendo y que los temas de conversación sean variados y no focalizados en la comida o el peso.
• Tratar de mantener, en la medida de lo posible, la estructura de las comidas que se tiene habitualmente. Esto es, mantener un horario más o menos estable, hacer las comidas rutinarias y dividirlas en primero, segundo y postre. Así mismo, evitar poner comida en medio para compartir, si no servir cada ración en un plato individual, y comer sentados en lugar de de pie.
• A la hora de hacer regalos al familiar que tiene un TCA, es preferible que estos no impliquen elementos relacionados con la alimentación, el peso o la imagen. Por ello, no sería recomendable regalar ropa o bombones.
• Es normal que en esta época afloren numerosas emociones en todos nosotros. Culturalmente se tiende a pensar que la Navidad es sinónimo de felicidad y que únicamente está permitido sentir emociones agradables (ej. gratitud, alegría, cariño…), pero también pueden aparecer emociones desagradables, como una mayor ansiedad en las personas con TCA, o tristeza si tenemos la ausencia de alguien importante para nosotros en las celebraciones. Lo importante es ajustar nuestras expectativas y reconocer y aceptar las emociones que nos puedan aparecer tanto a nosotros mismos como a la persona con TCA, pues todas ellas son válidas.
• Tratar de disfrutar de las Navidades más allá de la comida. Dado que generalmente se dispone de más tiempo por ser período de vacaciones, se puede aprovechar para hacer planes en familia y buscar formas de ocio y diversión que no tengan que implicar la comida. Por ejemplo, podéis aprovechar para desempolvar viejos juegos de mesa.
• Igualmente, si sospechas que alguien de tu entorno o tú mismo padecéis un TCA, lo más apropiado es buscar ayuda profesional, con un equipo interdisciplinar en el que la persona pueda recibir ayuda psicológica y nutricional adaptada a sus necesidades particulares. Si este tratamiento ya está teniendo lugar, es importante ceñirse a las indicaciones establecidas por los profesionales de referencia.