miércoles, 28 de diciembre de 2022

Problemas de alimentación en Navidad

Navidades y problemas de alimentación

La navidad suele ser una época complicada para aquellas personas que sufren problemas relacionados con la alimentación, independientemente de cómo se presente (bien por exceso de control, bien por descontrol). Como sabemos, son unos días en los que las reuniones con amigos, los regalos, las celebraciones, la familia, etc. están muy presentes. Y si hay algo que no falta en todos estos encuentros es LA COMIDA, en gran variedad y cantidad.

Para las personas con problemas de alimentación, la comida genera un malestar importante. Por ello, desde el Servicio de Psicología Aplicada nos gustaría aportar una serie de pautas que consideramos a tener en cuenta, ya seas familiar/amigo o la propia persona que está atravesando estas dificultades.

Si conoces a alguien de tu entorno que presente problemas de alimentación, te recomendamos:

-Evita realizar comentarios relacionados con el aumento o la bajada de peso, independientemente si la intencionalidad es buena, y no únicamente comentarios dirigidos a la persona en cuestión, ya que no sabemos cómo se pueden recibir este tipo de mensajes.

-Intenta hablar de distintos temas. Cambiar el foco en estos casos suele ser especialmente útil, ya que se da valor a otros ámbitos que pueden generar menos malestar.

-En la línea, trata de no girar la conversación en torno a dietas o ejercicio físico post vacaciones. El objetivo es tratar de no mantener la idea de que hay algo que es necesario compensar.

-Valida emocionalmente. Las personas con problemas de alimentación pueden estar experimentando distintas emociones desagradables, como la vergüenza o el miedo. Puede ser útil preguntarle cómo se siente o si podemos hacer algo para que se encuentre mejor.

-Busca la comodidad del momento, es decir, vamos a poner un granito de arena a que la cena/comida sea un momento agradable para la persona, evitando así discusiones o tensiones innecesarias.

Recuerda que estas pautas pueden ser beneficiosas independientemente si sabemos o no que uno de nuestros seres queridos tiene este problema, ya que, por un lado, podemos no ser conocedores de ello y, por otro, no sabemos si está presente alguien con riesgo de desarrollarlos.

Por otro lado, si eres la persona que está sufriendo un TCA, recuerda que los cambios son lentos y paulatinos, cada pasito que has ido dando cuenta, y eso es lo importante, ¡valóratelo! Es posible que algún familiar o amigo haga algún comentario desagradable e inoportuno, puede ser útil tener preparada una respuesta comodín que te permita cortarle. Si ves que el momento de la comida genera mucho malestar puede ser aconsejable salir un momento fuera y respirar profundamente, así como buscar a una persona comodín y convertirla en tu aliado.

Quizá aparece la culpa tras las fiestas o las distintas comidas, es completamente comprensible sentirnos así. Pero, recuerda, no tenemos por qué hacerle caso: no hay nada que compensar.

Desde el Servicio de Psicología Aplicada esperamos que estéis pasando unas fiestas agradables. Nos gustaría mandar mucho ánimo a todas aquellas personas que, por el motivo que sea, puedan estar viviendo unos días difíciles.

viernes, 23 de diciembre de 2022

Propósitos de Año Nuevo

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO: ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CUMPLIRLOS?

Con el comienzo de un nuevo año se nos presenta un momento para reflexionar, hacer balance y plantear cambios personales. La motivación y la ilusión por el inicio de un nuevo año nos puede llevar a plantear propósitos como dejar de fumar, ahorrar más dinero, hacer más ejercicio, perder peso… y aunque suele parecer una ocasión excelente para comprometernos y cambiar ciertos aspectos de nuestra vida en nuestro beneficio ¿cuántas veces se cumplen estos propósitos u objetivos?

Múltiples estudios han intentado dar respuesta a esta pregunta, encontrando resultados tan desesperanzadores como que 9 de cada 10 propósitos acaban por no cumplirse o que tan sólo un 8% de las personas los logran cumplir.

Los propósitos son en realidad hábitos, y como tal, cambiarlos, ya sea eliminando o construyendo unos nuevos, requiere esfuerzo y puede resultar complicado.

¿Por qué no logramos cumplir estos propósitos? ¿Cómo podemos lograr los propósitos que nos hemos propuesto?

1. Establecer propósitos propios, con interés y significado personal: Los propósitos impuestos desde fuera no poseen el valor personal necesario que nos motive a seguir esforzándonos por conseguirlos, haciendo que desistamos fácilmente. Por el contrario, los objetivos que constituyen acciones naturalmente reforzantes para nosotros hacen que sea más probable que volvamos a repetir dichas acciones.

2. Ser realistas: La motivación presente en los primeros días de enero y la ilusión por comenzar un nuevo año hace que nos planteemos objetivos muy ambiciosos, pero difíciles de cumplir. Con el tiempo esta motivación se va evaporando y el autocontrol que tenemos no suele ser suficiente para mantener todo este esfuerzo, haciendo que cada vez sea más complicado cumplir los objetivos y produciendo emociones desagradables como agobio, remordimiento o culpa si no lo logramos. De esta manera vamos volviendo a los viejos hábitos. Por lo tanto, es recomendable proponernos objetivos realistas y asequibles para uno mismo y que se puedan mantener a largo plazo.

3. Un propósito a la vez: Tener múltiples propósitos que cumplir a la vez genera mucho estrés. Llevar a cabo un cambio en nuestra vida requiere un esfuerzo, y cuando estamos estresados, nuestro autocontrol y los recursos empleados para conseguir esas metas disminuyen, impidiendo que logremos cumplir las metas propuestas. Como alternativa, debemos priorizar aquellos propósitos que mayor beneficio nos vayan a proporcionar o más sencillos nos vayan a resultar para comenzar, ya que es más fácil que ese cambio se produzca si no nos sobrecargamos al inicio.

4. Aumentar la motivación y el compromiso: la falta de compromiso con el proceso de cambio y la ambivalencia entre el objetivo que deseamos y la comodidad nos puede llevar a procrastinar o dejar de lado nuestros propósitos. Tanto escribir los propósitos como compartirlos con nuestro entorno facilita que los visualicemos y nos comprometamos con ellos. Asimismo, pensar en ¿Por qué es importante para mí lograr este propósito? Facilitará que se vinculen emociones agradables a nuestro propósito, aumentando nuestra motivación.

5. Descomponer el propósito en objetivos específicos y establecer un plan: Las metas generales, poco específicas o claras, son más difíciles de cumplir, ya que estas indican “dónde queremos llegar”, pero no “el camino a seguir”. Por ejemplo: “salir a andar 30 minutos por las tardes” es más claro y asequible que “hacer ejercicio” que es más abstracto, difícil de medir y más duro de seguir. Descomponer el propósito inicial en objetivos claros, operativizables y graduales convertirá la acción en algo más simple y fácil de conseguir. Por ejemplo: establecer un planning semanal con los objetivos o acciones a realizar cada día.

6. Registrar y revisar: Registrar el cumplimiento (o no) de los objetivos específicos y las dificultades encontradas de forma que se pueda reajustar el planning.

7. Valorar y recompensar el esfuerzo: A medida que se vayan cumpliendo los pequeños objetivos es recomendable recompensarnos con algo agradable o especial, así como valorar los cambios que se vayan produciendo. Esto favorecerá que sigamos motivados al cambio y aumentará nuestra autoeficacia.

Como hemos mencionado anteriormente, pese a que crear o eliminar hábitos requiere esfuerzo y es complejo, estas pautas constituyen una forma más estructurada y eficaz de alcanzar los propósitos u objetivos que nos planteamos. Esperamos que este post haya sido de ayuda si te planteas realizar nuevos cambios en tu vida, tanto si es a modo de propósito de año nuevo como en cualquier otro momento del año.

lunes, 19 de diciembre de 2022

El ciclo de la dependencia emocional

CICLO DE LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

Desde el servicio de Psicología Aplicada queremos hablaros de las diferentes fases dentro del ciclo de la dependencia emocional, entendiendo esta como la necesidad extrema de carácter afectivo que una persona siente hacia su pareja a lo largo de sus diferentes relaciones. Es un deseo puramente afectivo sin explicaciones de otro tipo que pudieran justificar dicho deseo.

Como hemos comentado, podemos hablar de diferentes fases dentro de lo que consideramos el ciclo más habitual en las relaciones de dependencia emocional. Cabe destacar que dichas fases no siempre tienen que producirse necesariamente e incluso puede existir regresión a fases anteriores sin haber una evolución lineal:

-Fase 1: Euforia.- Se trata de la fase caracterizada por una ilusión desmedida en los períodos iniciales de la relación. En todas las relaciones se puede llegar a producir esta euforia, sin embargo, lo característico de la dependencia emocional es la rapidez, la intensidad, la fascinación y admiración por la pareja, las fantasías de noviazgo o de un futuro estable ante escasos contactos, así como la entrega excesiva como medio de consolidar la relación. Todo esto ocurrirá siempre y cuando la otra persona reaccione positivamente.

-Fase 2: Subordinación.- Supone el mayor periodo de la relación de pareja. Es la fase en la que se produce la consolidación de roles por iniciativa de ambos miembros de la pareja consolidándose hasta el punto de considerarlos lógicos, naturales e indiscutibles.

-Fase 3: Deterioro.- La duración de la fase anterior puede ser variable, pero la fase de deterioro suele ser siempre muy larga siendo un auténtico punto de referencia ya que tras una ruptura y una reconciliación posterior se regresa a este estadio. La diferencia entre la fase de subordinación y deterioro es meramente cuantitativa. es decir, lo que varía es la intensidad de los papeles que desempeñan cada miembro de la pareja. En esta fase destaca como reacciones del dependiente emocional el sufrimiento psíquico la presencia de sintomatología ansiosa y depresiva y la falta de disfrute en la relación, lo cual hace que la relación se vuelva incomprensible por parte del entorno

-Fase 4. ruptura y síndrome de abstinencia.- lo habitual sería pensar que la consecuencia de la fase anterior es la ruptura por parte del dependiente, sin embargo, lo habituales que la ruptura de producirse la lleve a cabo por la otra parte de la pareja. También pueden ocurrir otras circunstancias como un estancamiento en la fase de deterioro sin que ninguna de las dos partes rompa la relación. lo menos frecuente pero no imposible es que sea el dependiente el que rompa la relación muchas veces influida por el entorno o incluso por el miedo a su propia integridad siendo estas rupturas llevadas a cabo por el dependiente las de mayor riesgo de reanudación.

Volviendo a la forma más común una vez que el objeto rompe la relación el dependiente tratará por todos los medios evitar la ruptura estos intentos perduran una vez incluso se ha roto la relación.

La mezcla de soledad, dolor por la ruptura y los intentos por reanudar la relación conforman lo que se denomina síndrome de abstinencia caracterizado por los intentos persistentes de reanudar la relación o tener alguna información o contacto con el otro miembro de la pareja, lo cual aumentará su esperanza de reconciliación. El síndrome de abstinencia en la dependencia emocional también se caracteriza por la agudización de la psicopatología propia de la fase de deterioro o aparición de nuevas psicopatologías siendo lo más frecuente patología ansioso-depresiva.

-Fase 5: Relación de transición.- La manera en la que la persona dependiente lucha contra el dolor, el autodesprecio y el abandono es la búsqueda de otra persona. Buscarán establecer relación con otra persona, pero la función de esta relación simplemente será la de mitigar el dolor producido por la abstinencia o por la soledad. Es de destacar que si tiene alguna esperanza de reconciliación no se embarcará en una relación de transición. También puede ocurrir que en lugar de embarcarse en relaciones de transición se apoye de manera excesiva en amistades.

-Fase 6: Recomienzo del ciclo.- Tras la ruptura, el síndrome de abstinencia y las relaciones de transición, la persona dependiente puede encontrar a una persona con las características necesarias para iniciar una nueva relación de pareja.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Estilos parentales

ESTILOS PARENTALES

En la actualidad ha aumentado la conciencia sobre el papel que desempeñamos como padres en el grado de bienestar que van a tener nuestros hijos e hijas a lo largo de su desarrollo. Desde hace décadas la psicología se ha encargado de estudiar cuál es la relación existente entre el tipo de educación que proporcionamos a los niños y niñas, también conocida como estilo parental, y las posteriores fortalezas y dificultades que tendrán a lo largo de sus vidas.

Una de las clasificaciones más utilizadas en la actualidad para clasificar los estilos parentales es la propuesta por los investigadores Macoby y Martin en los años 80. Esta distingue entre cuatro tipos teniendo en cuenta tanto el control y la exigencia que los padres depositan en sus hijos e hijas como el afecto y la comunicación que expresan hacia ellos y ellas. A continuación, describimos cómo son los cuatro tipos de estilos parentales según este modelo y las consecuencias que tienen en el desarrollo de los adolescentes.

-Estilo democrático: Los padres que tienen este estilo parental suelen mostrar un alto afecto y una comunicación fluida. Además, establecen normas y límites. Valoran la individualidad sus hijos, pero también hacen énfasis en las normas sociales que hay que cumplir. Por lo tanto, respetan los valores y las opiniones de sus hijos, pero también exigen un buen comportamiento, ponen consecuencias a las conductas inadecuadas y establecen un sistema de normas proporcionado. Este estilo de crianza favorece que los hijos sientan confianza en ellos mismos, tengan una mejor salud mental con menos problemas de conducta asociados y un mejor rendimiento escolar y académico.

-Estilo permisivo: Estos padres expresan afecto y se comunican fluidamente con sus hijos e hijas, pero establecen escasos límites y normas a los menores. Tampoco suelen preocuparse porque realicen sus tareas y no suelen sancionar las conductas inapropiadas. Los adolescentes que crecen bajo estilo parental sienten confianza en ellos mismos y poco malestar psicológico asociado. Sin embargo, pueden tener con más frecuencia problemas de conducta y de abuso de drogas.

-Estilo autoritario: Estos padres se muestra controladores y tienen una alta exigencia, pero no se muestran afectuosos ni comunicativos. Priorizan que sus hijos respeten las normas que establecen y les sancionan fuertemente si no las cumplen. Los menores que crecen bajo este estilo parental suelen ser obedientes y están orientados a cumplir con las tareas que tienen que afrontar. Sin embargo, pueden tener menos autoconfianza y sufren con más frecuencia problemas depresivos.

-Estilo negligente: Estos padres no establecen normas ni límites y tampoco se muestran afectuosos ni comunicativos con sus hijos e hijas. Este estilo parental suele generar problemas escolares, de comportamiento y de abuso de consumo de sustancias.

Teniendo en cuenta este modelo podríamos concluir que para ejercer una crianza adecuada de nuestros hijos e hijas tenemos que desarrollar un estilo parental democrático. Para ellos debemos establecer normas y límites claros sin descuidar el afecto que les expresamos y la comunicación que mantenemos con ellos y ellas.

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...