martes, 26 de julio de 2022

Amistad

Algunas verdades feas sobre la amistad

“Mejores amigos” es una frase muy habitual, especialmente durante la infancia y la adolescencia. Hoy nos gustaría reflexionar sobre la amistad, sus implicaciones y sobre algunas verdades feas sobre ella. La amistad es una relación de características afectivas, nacen y se fortalecen con el trato entre personas y proveen de numerosos beneficios, aportan apoyo emocional, ayudan a combatir los sentimientos de soledad y son fuente de emociones agradables; pese a esto creemos que es importante señalar algunas verdades feas de la amistad.

A medida que crecemos establecemos muchas relaciones de amistad, las cuales tienen una esperanza de vida variable. Que las relaciones de amistad se pierdan, es algo que en determinados momentos vitales puede ser visto como negativo; mientras que el grupo de compañeros del cole que se mantiene hasta la edad adulta es sinónimo de éxito, dejar de ser amigos es sinónimo de fracaso. Pero, ¿por qué pasa esto? Si bien estamos acostumbrados a que los niños crezcan, cambien, evolucionen y dejen de ser amigos, con los adultos no es así, las relaciones establecidas deben mantenerse, algo que no es cierto, perder vínculos a lo largo de la vida es lo más habitual, como personas evolucionamos, cambiamos y a veces en estos cambios no caben algunas relaciones.

Como con cualquier pérdida, la finalización de una amistad supone un duelo. En este caso creemos que doblemente complicado debido a los siguientes motivos:

· Expectativa de que la amistad siempre prevalece, independientemente del tipo de amistad, de lo saludable del vínculo o de cómo nos sintamos en dicha relación.

· La amistad no es tan importante como para sentirse mal, las relaciones de amistad pueden ser relaciones centrales en la vida de algunas personas y su pérdida genera sentimiento de auténtico malestar, por lo que es normal que aparezca la necesidad de “llorar” esta pérdida. En estos casos es importante no invalidar el sentimiento de pérdida (especialmente en el caso de los niños).

Por otro lado, las relaciones de amistad son relaciones afectivas, y como en cualquier otro tipo de relación, también es necesario establecer algunos límites, por ejemplo, límites ante determinados comportamientos que no nos hacen sentir bien, por ejemplo, cotillear sobre otra persona, tener que ir a todos los planes o justificar el quedar con otras personas, entre otras cosas. En este tipo de situaciones algunas estrategias asertivas pueden ser de gran utilidad a la hora de acordar algunos límites sanos en las relaciones de amistad (para saber más y conocer algunas estrategias concretas te recomendamos en artículo “¿Qué es la asertividad?” que encontrarás en nuestro blog).

Como hemos visto las relaciones de amistad son fuente de bienestar y acompañamiento pero también, presentan algunas características que debemos tener en cuenta, como en cualquier otro tipo de relación, el establecimiento de límites, el cambio y la necesidad de realizar duelos son aspectos que debemos tener en cuenta y cuidar en lo relativo a la amistad.

lunes, 18 de julio de 2022

Diálogo interno

DIÁLOGO INTERNO

La forma en la que las personas mantienen una conversación consigo mismo es lo que en psicología llamamos diálogo interno, a veces esta conversación puede ser tan corta como una frase o mantenerse durante horas.

El diálogo interno se desarrolla para obtener diferentes funciones como la regulación través del pensamiento dando explicaciones a aquello que nos rodea, pero ¿este diálogo interno cumple su función como nos gustaría? A veces generamos mensajes anticipatorios ante acciones por las que todavía no nos hemos enfrentado. Delante de una situación que me genera ansiedad, no es lo mismo que yo me diga "no voy a poder", "voy a perder el control", "no seré capaz"... a que yo me diga a mí mismo "venga que ya lo has hecho otras veces", "no es tan grave, el miedo pasará", "es normal tener miedo, es desagradable, pero acaba", "voy a aprovechar esta ocasión para afrontarlo".

El diálogo interno nos puede ayudar a manejar situaciones de estrés mandando mensajes orientados a la resolución de problemas y la calma, pero a veces este diálogo se puede centrar en aquello que nos disgusta de forma reiterada mandando mensajes que entorpecen las acciones e incluso perjudicando al bienestar. La forma que le damos a nuestro diálogo interno está influenciada por diferentes aspectos como la autoestima, los rasgos de la personalidad, las vivencias experimentadas o el ciclo vital en el que nos encontremos, incluso el momento grado de satisfacción de ese momento.

Lo ideal sería que el diálogo interno se adaptara al momento que estamos viviendo, reconociendo el malestar, de una forma que favorezca mensajes pacientes y motivadores. En los momentos que suframos mayor estrés habrá una mayor activación del diálogo interno mandando una gran cantidad de mensajes para favorecer la regulación emocional de la forma en qué hayamos aprendido previamente. Si hemos aprendido que mandando mensajes de juicio negativo y anticipando las catástrofes nos genera sensación de control, o si hemos aprendido que no merecemos ser suficientes para satisfacer a los demás, el diálogo interno irá dirigido a enviar estos mensajes en la conversación para calmarnos sea de una forma adaptativa o no.

Las formas más comunes en que nuestro diálogo interno será desadaptativo pueden ser:

-Crítico: es una forma de diálogo que se fundamente en la desvalorización. Todo lo que ocurre es culpa mía y, por tanto, no valgo nada, por lo que puede maltratarnos y castigarnos.

-Culpa externa: de la misma forma que el tipo anterior no nos muestra la realidad de forma objetiva, sino que sería el extremo contrario. Todo es culpa de los demás. Un diálogo interno que no asume responsabilidades, sino que se ensalza y se coloca por encima de los otros.

-Exigente: sobre todo en personas más perfeccionistas y con tendencia a la autoexigencia. Cuando algo no sale como ellos esperaban, se culpan y se meten más presión para seguir luchando y conseguir las cosas, pero de una forma ansiosa, que los pone al límite.

-Defensivo: para que el juicio (real o no) de los demás no le haga más daño, se defienden antes de que ocurra cualquier cosa. No quieren mostrar debilidad y llegan a ser agresivos consigo mismos, para después serlo con los demás.

Para aprender a manejar la manera en la que hablamos con nosotros mismo podemos utilizar la compasión como estrategia. La compasión será una forma de tratarnos desde el respeto y la compresión sin caer en la pena o el victimismo. Esto consiste en poner un prisma diferente a la situación viéndola desde fuera, convirtiéndonos en espectadores de la situación y no como jueces de aquello que nos rodea.

Para finalizar esta entrada del blog te planteamos una reflexión para comenzar un diálogo interno con compasión: Piensa en los problemas qué te rodean ahora mismo, si fuese un amigo quien te contara la situación que estás viviendo ahora mismo, ¿le dirías esos mensajes que te dices a ti mismo?

Desde el Servicio de Psicología Aplicada esperamos que te sea ayuda esta pequeña reflexión. ¡Hasta la próxima semana!

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...