lunes, 26 de octubre de 2020

TDAH

26 de octubre día del TDAH en España

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de neurodesarrollo de carácter neurobiológico, que se caracteriza por la presencia de tres síntomas típicos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad. Su manifestación tiene un gran impacto a lo largo de la vida de la persona, tanto a nivel académico, familiar y social, así como a la hora de adquirir nuevas habilidades y competencias.
Las manifestaciones o características más habituales de este trastorno se relacionan con los siguientes comportamientos:

Actividad motriz elevada, lo que lleva a las personas afectadas del TDAH a levantarse continuamente de su asiento, charlar con los compañeros, hacer ruido. Esto puede provocar una interrupción constante en las actividades y/o molestias al entorno social. Un ejemplo de ello puede darse en las aulas del colegio cuando un niño hiperactivo puede producir disrupciones continuas y molestias al profesor o compañeros.

Dificultad de concentración, lo que a la persona afectada le hace distraerse con facilidad y le dificulta la ejecución continua en las tareas, necesitando para ello mayor tiempo a finalizar tareas y por la cual, también suele obtener un rendimiento más bajo que los demás. Ese bajo rendimiento (sobre todo en la edad escolar) es consecuencia también de una memoria secuencial de bajo rendimiento, que para las personas con TDAH le puede afectar produciéndoles dificultades de aprendizaje tanto en operaciones aritméticas, como en lecto-escritura.

Su impulsividad les suele llevar a un deseo de terminar las tareas lo más rápido posible, lo que puede provocar cometer mayor número de errores, como por ejemplo: comerse sílabas o palabras cuando escriben o leen, confundir unas palabras con otras, etc.

A todas estas dificultades se les puede sumar el alto grado de frustración que les produce el no realizar las tareas con la misma rapidez y diligencia que los demás. Además, todas estas dificultades pueden mermar su autoestima, y pueden ser el precursor de distintos otros trastorno, pudiendo aparecer así trastornos como la depresión y la ansiedad, trastorno de conducta, trastorno oposicionista desafiante, trastornos de aprendizaje y otros.
En la etapa infantil, estas dificultades se hacen aún más visibles, por las comparaciones con sus iguales, las continuas quejas de sus profesores, el rechazo de sus compañeros, lo que en ocasiones les lleva a reaccionar con rabietas o estallidos, mostrándose hacia los demás como una persona con poca capacidad de autocontrol y pobre gestión emocional. En definitiva, una detección no temprana les puede conducir a cualquier tipo de conducta disfuncional y una falta de atención a las necesidades que pueda requerir las personas afectadas por este trastorno.
Asimismo, es importante valorar el esfuerzo que está realizando la persona afectada por TDAH, procurar presentarles la información de manera clara, precisa y accesible para que puedan alcanzar el óptimo desarrollo de sus capacidades, así como comprender su dificultad en dar respuestas adecuadas permitiéndole reevaluar y rectificar los resultados.
No obstante, las personas con TDAH pueden presentar dificultades en gestionar sus emociones y requieren estrategias para mejorar su atención y necesitan pautas para compensar estas dificultades. Igualmente, en algunos momentos, se valora de gran relevancia proporcionar estrategias de gestión a los familiares o profesionales que forman parte del entorno social de la persona afectada. 

Desde el SPA se atienden demandas que requieran este tipo de estrategias y gestiones, además de realizar evaluaciones de detección de sintomatología asociada al trastorno.

lunes, 19 de octubre de 2020

Cáncer de mama

Cáncer de mama, ¿qué podemos hacer los psicólogos?

Hoy, día 19 de octubre, se celebra el Día Mundial contra el cáncer de mama, fecha en que toda la sociedad recuerda la importancia de la lucha contra esta enfermedad. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de mama es más habitual entre las mujeres, y ha aumentado en los últimos años debido al aumento de la esperanza de vida, la urbanización, el aumento de la obesidad y la forma de vida occidental. 
En nuestro país, se estima que, en este año, se diagnosticarán alrededor de unos 33.000 nuevos casos de cáncer de mama, que se han de sumar a los que se diagnosticaron en años anteriores. Estas cifras convierten al cáncer de mama en un verdadero problema de salud pública.

El impacto psicológico del cáncer comienza con el shock del diagnóstico, y se mantiene durante lo que suele ser un tratamiento largo y se puede llegar a mantener una vez se ha superado la enfermedad. 
Durante el tratamiento, se debe hacer frente al menoscabo de numerosas áreas de la vida de la paciente: problemas en el ámbito laboral, deterioro de las relaciones sociales y familiares, síntomas asociados a la enfermedad y al tratamiento, entre otros. Todos estos factores pueden favorecer la aparición de estrés y, por lo tanto, la pérdida de los hábitos de autocuidado de las pacientes, como el ejercicio físico, una alimentación equilibrada, insomnio o el consumo de alcohol o tabaco, etcétera. Además, el estrés sostenido en el tiempo hace que los recursos de afrontamiento decaigan, por lo que aumentan las posibilidades de que las pacientes sufran depresión o ansiedad, así como de desarrollar otros trastornos psicológicos.  

Por lo tanto, cabe preguntarse si existe algo que desde la psicología podamos hacer, y la respuesta es sí. Según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), tras la intervención psicológica clínica se observó una reducción de la sintomatología ansiosa y depresiva durante y después del tratamiento, e independientemente de la edad, el tipo de cáncer, el estadio en el que se encuentre y el género. Por otro lado, la intervención psicológica es eficaz a la hora de tratar las nauseas asociadas al tratamiento y la fatiga derivada de este. Además, la eficacia del tratamiento no se restringe al paciente, si no que también está presente en los familiares que acuden a terapia.  
En el caso del cáncer de mama, además, el tratamiento psicológico puede ayudar a las mujeres a sobrellevar tratamientos que implican cambios físicos importantes, ayudar a manejar la respuesta de su pareja emocionalmente y en cuanto a su sexualidad, y a integrar estos cambios en su autoimagen de una manera resiliente.

En cuanto a su forma, la intervención psicológica en el contexto del cáncer de mama puede abordarse individualmente, en la que se trabaja a nivel personal, y desde una perspectiva grupal, en las que un grupo de mujeres pueden dar respuesta a las necesidades comunicativas y de reflexión sobre las vivencias compartidas. Actualmente, se está trabajando en el empleo de las terapias de tercera generación, especialmente el mindfullness, con el objetivo adaptarlas y de evaluar su eficacia en el contexto del cáncer de mama, siendo los resultados obtenidos hasta la fecha prometedores.

En conclusión, los tratamientos psicológicos son eficaces para mejorar la calidad de vida, reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, mejorar la autoimagen, la sexualidad, la adherencia al tratamiento y la fatiga de las mujeres afectadas por un cáncer de mama.  

jueves, 15 de octubre de 2020

Dolor crónico

Dolor crónico y factores psicológicos 

¿Puede existir dolor provocado exclusivamente por causas psicológicas? ¿Es lo mismo dolor crónico que fibromialgia? Con motivo de la celebración el 17 de octubre del Día Mundial contra el Dolor, repasaremos estas cuestiones. 

En primer lugar, el dolor es definido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) como una experiencia sensorial o emocional desagradable, asociada a daño tisular real o potencial. La mayoría de las personas han sentido dolor alguna vez, ya sea por una caída o por alguna enfermedad. De hecho, según las estadísticas, el 50% de las personas que acuden a recibir atención primaria, es por causa de algún dolor. Pero, además, de ellas una de cada cinco sufre de dolor crónico y una de cada tres tiene dolencias tan graves que no pueden lograr tener una vida normal.

Se calcula, por ejemplo, que entre la mitad y las dos terceras partes de quienes sufren dolor no pueden hacer ejercicio ni dormir normalmente, además de que no siempre son capaces de desempeñar tareas de la vida diaria, conducir, caminar, tener relaciones sexuales, ni participar en actividades sociales. 

El dolor crónico, por su parte, es el que se prolonga durante más de 3 meses o persiste más de un mes después de la resolución de una lesión. Las causas incluyen trastornos crónicos (ej., cáncer o artritis), lesiones (ej., hernia de disco) y muchos trastornos de dolor primario (ej., fibromialgia o cefalea crónica). El problema aparece cuando este dolor crónico no remite con fármacos o tratamientos médicos. Es en este punto, cuando los tratamientos psicológicos cobran mayor relevancia. 

También puede ocurrir, precisamente, que los factores psicológicos sean el principal causante del dolor o bien amplifiquen el dolor persistente. En este caso hablamos de trastorno de síntomas somáticos, en el cual también suelen aparecer pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos relacionados con los síntomas somáticos o asociados a la preocupación por la salud.

En cualquier caso, la terapia psicológica puede ayudar en casos de dolor crónico a:

- Adaptar las creencias y expectativas sobre la salud y los síntomas físicos.

- Aprender a reducir el estrés, que puede estar entre las causas o consecuencias del dolor. 

- Reducir la preocupación sobre los síntomas.

- Aprender a lidiar con los síntomas físicos, dejando de evitar actividades a causa de las sensaciones físicas incómodas.

- Mejorar el funcionamiento cotidiano en el hogar, el trabajo, las relaciones sociales. 

Otro aspecto importante es el de eliminar los comportamientos, especialmente de los miembros de la familia, que refuerzan la conducta del dolor (por ejemplo, las preguntas constantes sobre la salud o la insistencia en que no realice tareas). También se deben elogiar los progresos y las conductas adaptativas.

Finalmente, resaltar que la OMS ha solicitado que el dolor crónico pase a ser considerado una enfermedad y que su alivio sea catalogado como un derecho humano. Sin embargo, debemos ser cautos con eslóganes demasiado dicotómicos de “todo o nada”, como por ejemplo el de “nadie tiene que sufrir dolor”. No debemos olvidar que tanto el dolor como el malestar (físico o psicológico) forman parte de la vida y en algún momento podemos encontrarnos con ellos. La sociedad y la cultura actual nos ha conducido a pensar que siempre debemos estar bien, incluso aunque realmente no lo estemos. Esta evitación del malestar también puede llegar a provocar problemas psicológicos y a producir el efecto contrario: cuanto más se intenta evitar el dolor más se piensa en él y, como efecto colateral, más se sufre. Por tanto, es más apropiado un afrontamiento del dolor crónico mediante la aceptación y el compromiso con nuestros valores personales. Y aceptar que estar mal no significa no poder disfrutar. 

martes, 6 de octubre de 2020

La enfermedad mental

EL ESTIGMA DE LO QUE NO SE VE

El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. El concepto de salud mental englobaría el bienestar emocional, psicológico y social de la persona. En base a esto, podemos definir trastorno mental como el conjunto de síntomas o alteraciones en nuestro bienestar psicológico, siendo más amplio que el concepto de enfermedad mental, que englobaría a aquellas afecciones en las que hay una causa orgánica. 

Sin embargo, aún hoy día sigue persistiendo en nuestra sociedad el prejuicio hacia los problemas de salud mental, recibiéndose mensajes que resultan discriminatorios para las personas que los padecen y que dificultan su aceptación e integración. Vamos a desmontar algunos de ellos:

Las personas con problemas de salud mental son débiles, es cuestión de actitud”.
Todas las personas somos susceptibles de atravesar algún problema de salud mental. De hecho, de acuerdo con el estudio ESEMED-España, el 19,5% de los españoles ha presentado en algún momento de su vida un trastorno mental, siendo los problemas más habituales los trastornos de ansiedad y los del estado del ánimo.
Del mismo modo, este tipo de mensajes responsabilizan y culpabilizan a la persona con trastorno o enfermedad mental. Pensemos, ¿diríamos algo así de una persona con alguna enfermedad o dolencia física? Muchas veces para el entorno es difícil entender cómo funciona el trastorno mental porque no podemos ver sus consecuencias de una forma tangible, como puede ser una escayola en alguien que se ha roto la pierna. Pero para esa persona el malestar y las repercusiones que este tiene en su día a día son tan reales como esa pierna rota.

 “Las personas con trastorno mental son violentas o peligrosas y deberían estar recluidas y apartadas de la sociedad por la seguridad de todos”.
Este parece ser un mito bien extendido, pero, sin embargo, la evidencia apunta a lo contrario. Las personas con algún trastorno o enfermedad mental no son más peligrosas o violentas que cualquier otra persona, e incluso son más propensas a ser objeto de violencia que a ejercerla.
La realidad es que las personas con algún tipo de problema de salud mental necesitan y se benefician del apoyo social del entorno al igual que cualquiera, siendo un gran factor protector y ayudando a su recuperación. Por tanto, el aislamiento no es una buena idea, sino que el objetivo es una integración completa en nuestra sociedad.

Todas las personas que tienen algún trastorno mental escuchan voces”.
Las alucinaciones auditivas no aparecen en todos los trastornos, siendo más características de afectaciones como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o algunas demencias. Además, de acuerdo con un estudio internacional publicado en la revista académica JAMA, una de cada 20 personas de la población general sufre alguna alucinación a lo largo de la vida.

 “Los problemas de salud mental son incurables”.
Como decíamos, hay una diferencia entre trastorno y enfermedad mental. Igualmente, estas afectaciones son susceptibles de mejora a través de terapia psicológica. Incluso en aquellas problemáticas que se consideran crónicas (ej. discapacidad intelectual, trastornos de la personalidad), el trabajo en terapia puede ayudar a una mejor gestión de las dificultades y la sintomatología de la persona, mejorando su autoconcepto y su adaptación al medio.

Para terminar, queremos recalcar la importancia de separar el trastorno de la persona. Pues una persona con algún trastorno o enfermedad mental es mucho más que su diagnóstico, que no deja de ser la etiqueta utilizada a nivel profesional para englobar un conjunto de síntomas y facilitar su abordaje clínico. Así mismo, tanto como sociedad como individualmente es importante promover la tolerancia y empatía hacia las personas con algún problema de salud mental, ya que estos no son algo que se elija.

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...