miércoles, 29 de abril de 2020

Duelo por COVID19


Pérdida y duelo

La muerte de un ser querido es un acontecimiento vital difícil, que desestabiliza nuestro mundo y pone a prueba nuestros recursos personales. El duelo es la reacción emocional que sigue a esta pérdida, cuyo fin es la vuelta a la estabilidad y la reintegración de la persona fallecida en nuestros esquemas. Actualmente, la pérdida de alguien importante para nosotros por COVID-19, unido a las restricciones y la normativa del confinamiento, pueden dificultar una situación ya de por sí dolorosa.
El no poder despedirnos de nuestro familiar antes de su fallecimiento ni participar en los rituales culturales de despedida provoca que nos quedemos anclados en la primera fase del duelo, la negación. Vivimos la situación como algo irreal, y esperamos que nuestro ser querido vuelva a aparecer cuando todo esto pase y su muerte solo haya sido un mal sueño. Se trata de un mecanismo de protección para mitigar el dolor, pero nos aleja del camino que tenemos que recorrer para aceptar la realidad de la pérdida.
Para tratar de ayudar a aquellas personas que hayan perdido a algún familiar u otro ser querido por el COVID-19, presentamos algunas directrices que pueden guiar los primeros pasos ante la pérdida, con las particularidades de la anómala situación que estamos viviendo:
  • Realiza una despedida de tu ser querido. El no habernos podido despedir o compartir con él o ella sus últimos momentos de vida puede generarnos distintas emociones, junto con la sensación de que nos han quedado asuntos pendientes por hablar. Puedes escribir una carta de despedida a tu familiar, plasmando aquellos sentimientos o palabras que te gustaría haberle transmitido.
  • Busca alternativas a los ritos de despedida. Lamentablemente, no podemos acudir a tanatorios o cementerios donde decir adiós con el apoyo de los nuestros. Dadas las circunstancias, habría que buscar alternativas, pudiendo hacer uso de las redes sociales u otras herramientas. Realizar una videollamada con tus familiares como forma de recrear el velatorio o elegir entre todos una selección de fotos o de anécdotas de la persona, puede ayudaros a comenzar a aceptar la pérdida.
  • Permítete sentir emociones desagradables. Durante el duelo es normal que sintamos tristeza, ira, ansiedad, miedo o culpa. Todas las emociones que puedas sentir son válidas y adaptativas en este momento. Tienes derecho a sentirlas y expresarlas.
  • Apóyate en personas importantes para ti. Dada la normativa por el confinamiento, podemos encontrarnos lejos físicamente de aquellos que más nos pueden reconfortar en esta situación. Por ello recomendamos el uso de las herramientas que puedan servir para acortar distancias, como las videollamadas, las aplicaciones de mensajes o las tradicionales llamadas de teléfono. Elige el medio que te resulte más cómodo.
  • Respeta tus tiempos. El proceso de duelo es irregular, y se parece más a una montaña rusa que a una carretera recta. Cada persona es diferente y, por lo tanto, vivirá el proceso de una forma distinta. Intenta no presionarte ni cuestionarte tu experiencia personal.
  • Si tienes que transmitirle a un menor que un ser querido ha fallecido, adapta el contenido a su edad y capacidad de comprensión. Trata de hacerlo de una forma clara, no ambigua, de forma que pueda entender que el fallecido no va a volver. Intenta también transmitir la particularidad de esta enfermedad, de forma que el niño no asocie el estar enfermo a necesariamente tener que morir.
  • Ten en cuenta que la experiencia del duelo, aunque desagradable, es adaptativa. Pero si consideras que la situación te está desbordando, es recomendable que busques la ayuda profesional de un psicólogo.

Recuerda que el objetivo no es olvidarnos de nuestro ser querido, sino integrar su pérdida y aprender a vivir con su ausencia y su recuerdo. Desde el Servicio de Psicología Aplicada queremos enviarles nuestro sincero apoyo a todas aquellas personas que han perdido a alguien importante por el COVID-19.

lunes, 20 de abril de 2020

Efectos del confinamiento en la convivencia

Cuarentena en convivencia

La crisis que el mundo está atravesando supone, entre los muchos desafíos, uno importante: la convivencia. Asunto que, si ya antes se nos hacía a muchos cuesta arriba, en este contexto de incertidumbre todavía más. El confinamiento ha hecho que, repentinamente, muchas personas (ya sean amigos, parejas o familiares) se vean forzadas a compartir las 24 horas del día sin poder salir de casa. Además, en estas circunstancias se pueden disparar estados emocionales desagradables e intensos (miedo, ansiedad, tristeza, irritabilidad, impotencia…), lo que puede ser un caldo de cultivo para que la convivencia resulte cada vez más difícil.
En esta entrada proponemos unas sugerencias generales que pueden facilitar el convivir en casa de una manera más saludable, dentro de lo que la situación de cada uno lo permita. Sugerencias que convendría que también tuviésemos en cuenta cuando podamos salir a la calle y volver a nuestras costumbres.
Normas básicas de convivencia. Acordar y hacer explícitas unas reglas básicas puede ayudarnos a evitar o, al menos, reducir algunos conflictos innecesarios. Entre las normas, por muy obvias que parezcan, estarían seguir medidas de higiene y seguridad personal, así como mantener la casa limpia y ordenada. Asimismo, en el caso de tener a niños/as y adolescentes es importante que se las transmitamos con cariño, pero con firmeza, y asegurarnos de que las han comprendido.
Los horarios y las rutinas. Planificar el tiempo, saber a qué vamos a dedicar el día puede favorecer que no nos sintamos agobiados o desmotivados la mayor parte de las horas. Así, es conveniente establecer un horario entre todos para hacer las actividades escolares (si hay menores en casa), laborales (si hay adultos teletrabajando) y de colaboración en las tareas del hogar. Igual de importante son los momentos de ocio, tanto compartidos como individuales, así como mantener unos hábitos equilibrados de alimentación, sueño, ejercicio físico…
Las emociones y la comunicación. Es natural que, dentro de esta situación de confinamiento, experimentemos emociones muy diversas que aparecerán en distintos momentos. En primer lugar, cada uno tenemos un ritmo diferente, por lo que, con frecuencia, no estaremos sincronizados con las personas con las que vivimos en cómo nos sentimos, pensamos y nos comportamos. Si tenemos esto en cuenta, podremos manejar de forma más adaptativa las pequeñas discusiones que surgen en el día a día. En segundo lugar, observar cómo nos sentimos va a facilitar que podamos comunicarlo al resto de personas, ya que éstas, al igual que nosotros, no son adivinas. Por ello, si notamos que estamos más nerviosos, desanimados, irascibles, si nos ha molestado algo importante… expresarlo puede, por un lado, ayudarnos a desahogarnos y a no acumular más tensión de la que ya de por sí podemos estar experimentando, y, por otro, a que los demás nos entiendan y a que haya posibilidad de cambio. Del mismo modo, preguntar y esforzarnos en comprender y validar cómo pueden estar sintiéndose los demás y qué necesitan nos va a facilitar manejar los conflictos sin dar lugar a malentendidos.
Tampoco debemos olvidarnos de cuidar cómo decimos las cosas. Ser conscientes de en qué momentos nuestro estado emocional facilita o no que hablemos desde la calma nos va a proteger de un desgaste añadido en las relaciones. Cuando nos observemos desbordados, quizás lo más sensato sea distanciarnos de la situación y esperar a que nuestra activación disminuya, si no queremos caer en los reproches y los gritos. Por otra parte, aunque a veces lo pasemos por alto, reconocer a los demás aquello que nos ha gustado de ellos también propiciará un ambiente más distendido y afectuoso.
Otra estrategia que nos puede servir es la negociación. Tratemos de ser flexibles y negociemos sobre los turnos para ir al supermercado o sobre el volumen y los tiempos para ver la televisión, por poner algún ejemplo.

Los espacios comunes. Esta cuarentena puede ser una buena oportunidad para aprovechar los momentos compartidos en familia, en pareja o entre amistades. Podemos crear una lluvia de ideas en la que cada uno proponga actividades para hacer en conjunto: por ejemplo, cocinar alguna comida especial, decorar parte de la casa, jugar con los pequeños… Se trata de potenciar espacios donde estar juntos que sean lo más agradables posibles y que faciliten el sentimiento de pertenencia.

Los espacios privados. Otras veces nos apetecerá estar tiempo a solas y desconectar, respetémoslo. Necesitamos un tiempo y un espacio para nuestra propia intimidad, desde donde poder resguardarnos si nos sentimos irritados, tristes o angustiados, o realizar actividades estimulantes o relajantes, hasta atender a tareas del teletrabajo, entre otras opciones.
Además de estas recomendaciones generales, también hacemos hincapié en que, para aquellas personas que estén teniendo dificultades que les generen un malestar emocional significativo, existe otro valioso recurso, que es el apoyo psicológico profesional.

Cuidémonos.

lunes, 13 de abril de 2020

Psicología Online

Psicología online

      En los tiempos de emergencia sanitaria y preocupación médica por la pandemia del COVID19, no podemos dejar atrás la salud mental. En periodo de confinamiento el apoyo psicológico se ve aún más necesario.
     Los cuadros de depresión, síntomas de estrés, insomnio y distintos tipos de ansiedad son algunos de los problemas psicológicos derivados del confinamiento por la pandemia del coronavirus. Y, además, debido a esta situación los síntomas psicopatológicos que ya padecía una persona con anterioridad pueden verse agravados o intensificados.
     La incertidumbre ante las situaciones de salud o económicas, las pérdidas significativas, el duelo, las dolencias físicas pueden ser algunos de los precipitantes sintomatológicos. Pero también el día a día puede ser difícil de afrontar. La falta de rutina, la desregulación alimentaria, el insomnio, los síntomas de angustia, tensión, aburrimiento, inquietud, agobio, miedo, frustración, pueden ser muy persistentes y difícil de manejar. Además, estos estados pueden intensificarse con el paso del tiempo, y más aún si aparecen otras dificultades como pueden ser:

·      Durante el confinamiento se pueden intensificar los problemas de relación y la convivencia puede ser aún más complicada,

·       La falta de movilidad y de actividades puede suponer un mayor riesgo para las personas con necesidades especiales,

·        A los niños pequeños o a las personas con déficit cognitivo les puede resultar difícil de comprender la situación.
          La terapia psicológica online es una alternativa y un complemento a la intervención tradicional que en estos momentos podemos aprovecharla para poder afrontar las dificultades psicológicas en situación de emergencia y necesidad social. La atención psicológica online tiene algunas las ventajas particulares:
  • Proporciona acceso a grupos o personas aisladas.
  • Tiene un menor coste económico y disminuye la necesidad de desplazamientos.
  • Facilita la estructuración, integración y gestión del contenido para la sesión.
  • Existe la posibilidad de control de la intervención (ej.: mediante videos o documentos preparados de antemano).
  • Se puede ajustar la intervención a las necesidades y tendencias actuales.
       Aunque entendemos que también pueden existir algunos inconvenientes que, por lo menos algunos casos, pueden ser fácilmente superados:
·        A la persona atendida le puede faltar un espacio íntimo personal (especialmente cuando se está confinado con otras personas).
·        Se requiere acomodación al cambio de procedimiento terapéutico.
·        Se necesita superar los perjuicios y la resistencia al cambio.
·        Igualmente se requiere tener conocimientos tecnológicos.
·       Se necesita tener disponibles los medios para poder realizar las videoconferencias u otros métodos de intervención.
·       En algunos momentos durante la intervención puede darse caídas del sistema.
·       Algunos medios pueden fallar en la seguridad cibernética.
A pesar de ello, Internet nos ofrece la posibilidad de cuidar nuestra salud mental, y dado que pasamos por momentos sin precedentes en nuestra historia vital, puede que la atención psicológica sea una necesidad actual prioritaria.
       Desde el Servicio de Psicología Aplicada recomendamos que se realice tratamiento psicológico temprano para impedir que los síntomas agudos del confinamiento evolucionen y se conviertan en trastornos psicopatológicos importantes.

domingo, 5 de abril de 2020

Uso del WhatsApp

WhatsApp en tiempos de coronavirus
Si bien la llegada de los smartphones y las redes sociales supusieron una transformación a la hora de relacionarnos y comunicarnos, la situación actual que vivimos debido al COVID-19 también ha generado un cambio en nuestras interacciones sociales. Un ejemplo de ello es que el uso de aplicaciones de mensajería instantánea, tales como WhatsApp, se ha disparado. Y en este contexto, no es de extrañar, que se produzcan un mayor número de conflictos y malentendidos a través de este canal de comunicación. Es por ello, que a continuación os proponemos una serie de recomendaciones para aprender a gestionar estos conflictos junto a otras reflexiones acerca de este tipo de redes sociales.
Suplir la falta de comunicación no verbal. Con un simple mensaje de texto estamos perdiendo información relevante en la comunicación, como puede ser el volumen o la entonación de la voz, los gestos corporales, la expresión facial… Al no disponer de esta información, se aumenta las probabilidades de malinterpretar el texto recibido. Usar emoticonos o enviar audios puede ayudar a superar esa falta de lenguaje no verbal. Otra forma de suplir esta carencia es intentar ser lo más claros posible en nuestra comunicación y preguntar antes de suponer o dar una intención errónea al leer un mensaje.
No digas lo que no dirías a la cara. Aunque pueda parecer una recomendación obvia, el estar interactuando a través de una pantalla puede llevarnos a desinhibirnos o a una falta de empatía hacia la persona con la que estamos hablando. Así que antes de mandar un mensaje, sobre todo en mitad de una discusión o ante un tema delicado, puede ser útil pararnos y preguntarnos si en la vida no virtual diríamos lo mismo cara a cara.
Inmediatez y tiempo de respuesta. Cuando envío un mensaje y éste rápidamente llega al móvil de la persona con la que me quiero comunicar, puedo confundir que esa inmediatez con la que se ha transmitido el mensaje deba ser también una característica a la hora de que la otra persona me conteste. A veces me puede ocasionar ansiedad la demora en la respuesta u observar que ésta no se ha producido y ver por el doble clic azul que el mensaje ha sido leído. Ante no obtener respuesta, lo podemos interpretar como una falta de interés, aunque quizás haya otras explicaciones como por ejemplo esperar a encontrar un momento adecuado para contestar. En estos casos puede ser útil aprender a diferenciar como emisores y receptores si los mensajes son urgentes o la respuesta se puede demorar, así como a identificar y gestionar nuestros pensamientos, emociones y comportamientos asociados.
No sustituir, sino complementar. Igual que hay conversaciones que es conveniente tenerlas cara a cara, emplear vías de comunicación como WhatsApp no debería de llevarnos a descuidar nuestras interacciones fuera de las pantallas o a ignorar al resto de gente cuando estamos “en línea” o por querer escribir un mensaje.
REFLEXIÓN FINAL. Este tipo de aplicaciones no son un problema en sí mismas, sino el uso que hacemos de ellas. Si las empleamos de una manera responsable y saludable pueden sernos de gran utilidad como, por ejemplo, ayudándonos a estar más conectados a esas personas de nuestro entorno que no podemos ver debido al coronavirus.

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...