jueves, 19 de agosto de 2021

El proceso de cambio

El funcionamiento del mundo es dinámico, no hay nada estático. Lo que un día es tecnología punta, a los pocos meses queda obsoleto. 

Con las personas ocurre de forma similar: estamos en continuo cambio y evolución. Algunos de estos cambios son circunstanciales, dependen de más factores además de nuestra propia iniciativa y suponen una transformación importante en nuestras circunstancias vitales. Por ejemplo, al comenzar un nuevo empleo, terminar los estudios o tener una ruptura de pareja. Sin embargo, otro tipo de cambios son aquellos intencionados, y suponen la suma de todos aquellos pequeños pasos que realizamos a diario para conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo, alimentarnos mejor para estar más sanos, aprender a organizarnos para tener más tiempo libre, etc. 

Aunque ambos se relacionan entre sí, los cambios intencionados nos pueden reportar mayor bienestar, al aumentar nuestra percepción de autoeficacia y de agencia. Pero, al mismo tiempo, mantener dichos cambios nos puede generar dificultades y podemos terminar abandonando nuestros objetivos. Prochaska y DiClemente (1982) propusieron el Modelo de los Estadios de Cambio como forma de plasmar las distintas fases que atravesamos las personas cuando queremos iniciar un cambio. 

Precontemplación: en este estadio no consideramos el hacer un cambio, porque aún no somos conscientes de su necesidad. Nos decimos que a nosotros no nos ocurre nada y son los demás quienes se equivocan. 

Contemplación: en este estadio empezamos a ser conscientes de la necesidad de realizar el cambio. Nuestras emociones pueden estar marcadas por la ambivalencia, podemos detectar incomodidad en algunos momentos, pero preferir no movilizarnos por miedo al cambio o por considerar que no tenemos recursos para dar el paso. Muchas veces nos autoengañamos, pensando que no es para tanto, o que las cosas cambiarán por sí solas. Es necesario que le demos espacio a nuestras emociones y escuchemos a cada una de las partes que nos empujan al cambio y a las que nos mantienen donde estamos.

Preparación para el cambio: en este estadio consideramos que la balanza se inclina hacia la opción del cambio, valorando todos los beneficios a pesar de que este también implique hacer frente a algunas consecuencias negativas. La diferencia es que podemos confiar en nuestros recursos y podemos ver incluso estas consecuencias como oportunidades de crecimiento. Es importante también que mantengamos unas expectativas ajustadas y no idealicemos nuestra vida después del cambio.

Acción: en este estadio nos involucramos en la consecución de los pasos que nos acercan a nuestro objetivo final. Nos puede ser de gran ayuda dividirlos en pequeñas metas que nos resulten abordables y que sean concretas. Por ejemplo, si nuestro objetivo es correr la San Silvestre Vallecana, podemos salir a correr todos los días e ir incrementando paulatinamente el tiempo o la distancia del entrenamiento.

Mantenimiento: en este estadio tratamos de mantener los cambios conseguidos en el estadio anterior. Para ello nos puede ser útil conectar con los motivos que nos han empujado a hacer el cambio, y sobre todo, respetar nuestros ritmos y no tratar de sobre exigirnos dar el siguiente paso si aún no estamos listos.

Recaídas: en este estadio se produce un aparente retroceso con respecto a los anteriores, dado que vuelven a aparecer conductas que ya se creían superadas. Sin embargo, es algo normal, pues los cambios tienden a producirse más en zig-zag y que en línea recta. Si ya hemos dado 50 pasos hacia adelante, una recaída no implica dar 50 pasos hacia atrás, sino 51 hacia adelante. Podemos ser compasivos con nosotros mismos, aprender de lo ocurrido y continuar, dándonos espacio para sentir las emociones que aparezcan (ej. rabia, frustración, tristeza) y valorando lo conseguido hasta el momento.

El conocimiento de estos estadios nos puede ayudar a identificar en qué momento nos encontramos y a entender por qué aparecen las dificultades a las que hacemos frente. Igualmente, si consideras que el cambio que te gustaría realizar excede a tus recursos y te paraliza, te recomendamos que consultes a un profesional de la psicología que te acompañe en este proceso. Desde el Servicio de Psicología Aplicada podemos ayudarte.

lunes, 9 de agosto de 2021

Juegos de verano

Las emociones del verano: juegos para niños y niñas

Con la llegada de las vacaciones y el fin del cole, algunos padres puden sentir que el caos se instala en la casa. Durante el invierno, los horarios del cole, el comedor y las actividades extraescolares, organizan el día a día de casi todas las familias; pero ahora, los días se alargan, tenemos más tiempo libre y esto puede ser agotador, e incluso llegar a resultar desbordante. Algunos padres optan por reducir su jornada laboral o, y ahora más que nunca, trabajar desde casa, sin embargo, esto no es fácil, ya que muchas veces, los niños reclaman atención y pueden distraer de otras tareas. 
Por estos motivos, el verano puede ser una época perfecta para afianzar aprendizajes y establecer rutinas que hagan ganar en capacidades y autonomía a los más pequeños, además de mantenerlos entretenidos durante un rato. 

Establecer una dinámica en la que se den pequeñas responsabilidades a los niños, puede ser muy enriquecedor. Aprender a hacer la cama, poner y recoger la mesa, ayudar con la colada, o recoger la habitación, son pequeñas acciones que ayudarán a los padres a poner un poco de orden, y favorecerán un sentimiento de valía en los niños (especialmente si después se les da las gracias, se les aplaude o recompensa). No debemos olvidar, que estas “tareas” deben estar adaptadas a las capacidades y a la edad del niño, y que algunas deben realizarse con supervisión.

Pese a que todo esto es muy útil y beneficioso, también podemos promover otros aprendizajes en los pequeños dedicados a alcanzar un mayor conocimiento y una mejor expresión emocional, aquí os dejamos algunos:

- Teatrillo de las emociones: Para este juego necesitarás algunos juguetes, unas cuantas tarjetas con emociones y tu imaginación. Escoge algunas de las emociones y crea una historia, sin que el pequeño lo sepa incluye una emoción para que él o ella la identifique. Puedes adaptar este juego a distintas emociones e ir complicándolo a medida que el niño crezca, incluyendo más emociones o dejando que sea él o ella quien cree la historia.

- La cara de la emoción: En este caso también necesitarás unas cuantas cartas con emociones, coloca el mazo boca abajo, por turnos coged una carta y ponéosla sobre la frente, de tal manera que solo puedas ver la carta de tus adversarios y no la tuya. Ahora, el resto de los jugadores deberán poner la cara asociada a la emoción que llevas en la frente, y tú tendrás que adivinarla, ¡recuerda, no vale hablar!

- Dominó de las emociones: Este es un dominó especial, en un lado de la ficha tenemos una emoción y al otro lado, una situación. Como en el dominó tradicional, nos toca unir la situación con la emoción correspondiente. Puedes hacer tú mismo este dominó o si lo prefieres, también lo encontrarás en PDF en internet.

Estos juegos solo son algunos ejemplos de actividades que favorecen el conocimiento de las emociones por parte de los niños, y que os pueden servir de ejemplo para crear algunos propios. No obstante, si lo que buscáis es una actividad más calmada, una buena opción son los cuentos sobre las emociones. Estos permiten hablar de las emociones en un lenguaje al que los niños están habituados y en un formato que para ellos es conocido. 

Como veis no hay excusas para no intentarlo, al igual que hacer la cama o poner la mesa, las emociones también se pueden aprender.

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...