AYUDA
¿Por qué nos cuesta pedir ayuda?
Vivimos en una sociedad en donde la competitividad con el resto de personas y valores como el esfuerzo y la dedicación están muy individualizados, por lo que no se valora la necesidad de convivir en grupo. Por tanto, cuando hablamos de pedir ayuda, algunas personas pueden relacionarlo con sentimientos de vergüenza o incapacidad. También puede ser visto como una violación de los derechos de la persona a la que se le pide ayuda o, por el contrario, pensar que los demás ya deberían saber lo que necesitamos. En algunas ocasiones puede parecer que tengamos que devolver el favor a la persona que se lo solicitamos. Para resolver estos dilemas podemos generar pensamientos alternativos que nos ayuden a manejar la situación cuando pedimos ayuda.
Antes de pedir ayuda
hemos de valorar la situación en la que nos encontramos, e identificar si
podemos afrontarla nosotros mismos o si necesitamos ayuda. En este último caso, también hemos de identificar la ayuda concreta que requerimos de la otra persona.
Para pedir ayuda
necesitamos tener en cuenta una serie de aspectos básicos, como son:
- Reconocer que
necesitamos ayuda.
- Identificar a las
personas que nos pueden ayudar.
- Comenzar utilizando
mensajes desde el “yo”. Ej. “Me gustaría que me acompañases, ¿Puedes venir?”
- Acercarnos a la
persona, saludarle y explicarle la necesidad de ayuda de forma clara y directa,
reiterando lo importante que resulta para nosotros.
Si se presta la ayuda,
es bueno recordar el agradecimiento.
En cambio si la persona
se niega a ayudarnos, no hemos de enfadarnos, podemos volver a insistir
utilizando la asertividad (ej. Entiendo que no puedas venir porque tienes
muchas cosas que hacer, pero realmente necesito que me acompañes). Tenemos que
entender que los demás también tienen su derecho a declinar su ayuda.
Los demás no tienen por
qué saber en general lo que deseamos o necesitamos en un momento dado, sino que
es más aconsejable dar señales, indicios claros que orienten a la persona de
nuestras propias necesidades o deseos sinceros. La conducta del otro nos dice
si le hemos informado adecuadamente o no.
Los sentimientos de
vergüenza posiblemente no desaparezcan solo porque pensemos que estemos en
nuestro derecho de pedir ayuda. También podemos utilizar la regulación emocional
para poder lidiar con estos sentimientos desagradables, siendo conscientes de
ellos y aceptándolos.
La compasión con
nosotros mismos nos puede ayudar entender que no somos perfectos y a veces
también podemos cometer errores.
Otra veces también
podemos pensar que pedir ayuda no a va servir porque alguien externo
seguramente lo haga mal. Aquí puede ayudarnos actuar la flexibilidad cognitiva,
la capacidad de pensar diferentes situaciones posibles en las que encontremos
la manera de solicitar la ayuda de forma adecuada. Seguro que existe más de una
manera de solicitar la ayuda.
Pedir ayuda es
necesario en muchos momentos de nuestras vidas. No solo puede aportar a
nuestras la demanda que solicitamos si no que podemos obtener más beneficios.
Cuando pedimos ayuda fortalecemos la relación con la persona haciéndole
partícipe de nuestra vida, se aumentan las conductas recíprocas y con ella
también generamos mayores interacciones positivas a nuestro alrededor. Aceptar
que necesitamos ayuda puede ayudarnos en nuestro día a día para delegar tareas
que no podemos llevar a cabo y consiguen saturarnos.
Finalmente, también
podemos utilizar esta solicitud de ayuda como una forma en la que a veces
aprendemos a gestionar el rechazo, aprendiendo también a generar otras conductas
alternativas ante la negación de los demás.