EL LEGADO DE BECK
Desde el Servicio de Psicología
Aplicada de Guadalajara queremos homenajear a Aaron Beck, fallecido el pasado
día 1 de noviembre a la edad de 100 años, dada la importancia para la historia
de la psicología y por los aportes en la intervención en diversos trastornos
desde su Terapia Cognitiva, hoy día conservada dada su eficacia y reformulada e
integrada en otras nuevas terapias.
De formación médica, Beck se
especializó en Psiquiatría bajo el paradigma psicoanalítico, al que intento
evidenciar científicamente en algunas de sus proposiciones. Esta epistemología,
quizá dada la época en que realizó sus primeros trabajos, estaba siendo
reemplazada por otra de corte racional, donde era necesario localizar hechos
objetivos y con “ajuste” a la realidad “lógica” que nos rodea. Beck terminó
trabajando bajo esta nueva mecánica, aportando nuevos conceptos como “esquemas”
o “creencias automáticas”, a priori más evidenciables y fáciles de medir y predecir.
Buena cuenta de ello es la creación de instrumentos intencionadamente válidos y
fiables para detectar objetivamente el riesgo de suicidio, ansiedad o
depresión. Entre ellos, el más común, conocido y utilizado quizá sea el Beck
Depression Inventory (BDI), donde se recogen los síntomas más evidenciables de
depresión y se obtiene una única numeración baremada y con puntos de corte para
la valoración de trastornos depresivos.
El paradigma racionalista mentado
está orientado a la demostración
científica de sus postulados por una parte y, por otra, al conocimiento
que se le da al mundo en base a los
conocimientos. En concreto, centrándose en operaciones mentales (esquemas o
pensamientos, por ejemplo) que dan
sentido (interpretan) a lo que nos rodea (ambiente). Otros reconocidos psicólogos e investigadores como Skinner,
Ellis o Bandura pertenecen a esta rama epistémica.
Beck consideraba una entidad única
(organismo) con subsistemas interrelacionados entre sí: afectivo,
comportamental, fisiológico y cognitivo. Este último sería quien regula los
comportamientos poniendo en marcha o inhibiendo diversas respuestas a todos los
subniveles. En 1967 Beck solo proponía un tipo general de “esquemas” en el
subsistema cognitivo, que posteriormente pasaron a ser considerados más
periféricos al tomar en consideración distintos niveles dentro del propio
subsistema.
El sistema más completo que propuso consiste en varios subsistemas cognitivos: pensamientos nucleares, distorsiones y cogniciones automáticas. Imaginemos una situación en que una persona se dice a sí misma que “me da miedo interactuar con compañeros de clase” y “creo que no conecto”. Esto sería una cognición automática final, algo que aparece en nuestro día a día muy comúnmente y podemos dar por sentado. Estas pueden irse “acumulando” y hacernos sentir mal y no permitirnos desarrollarnos en algunos aspectos de nuestra vida, como en este ejemplo, interactuar y recibir apoyo social de los compañeros de clase.
A un nivel
intermedio podrían estar apareciendo las distorsiones, que serían
errores lógicos de pensamiento. Se han consensuado una serie de estos errores,
como los deberías, catastrofismo o pensamiento mágico. En el
ejemplo, podría estar apareciendo “deberías ser más amable” o “me rechazarán si
cometo algún error”. El núcleo, gestado a lo largo del devenir de la
vida, sería coherente que fuese “no soy válido”, algo que conectaría la mayor
parte de sus esquemas y, por tanto, posible disfuncionalidad en el abordaje de
muchos aspectos vitales.
Cada trastorno mental tendría para
Beck unas disposiciones típicas. La más evidenciada sería la Tríada
Cognitiva referida a la depresión, donde los esquemas sobre el mundo, el
futuro y uno mismo serían disfuncionales. Aun así, en 1976 expone que cada uno
tendríamos un sistema de reglas característico que opera de manera
idiosincrásica, siendo en muchas ocasiones, automáticas. Será más adelante, en
1987, cuando adquiere un modelo de diátesis-estrés, en el que se recoge
cómo se afrontan las situaciones ante sucesos y cómo el organismo trabaja para
volver a un estado de equilibrio previo.
La Terapia Cognitiva emplea en base
dos técnicas muy concretas: empirismo colaborativo (establecer metas
conjuntas, búsqueda de evidencia en las situaciones que trae el paciente) y el
uso del método socrático (contrastación de creencias más realistas). Y
es que establece que la realidad (al contrario que otras terapias más actuales,
como las de Tercera Generación) es de alguna manera, única y existen patrones
lógicos que se ajustan a ella más que otros. Discutir estos patrones será, por
tanto, una técnica fundamental.
Muy recientemente, en 2005, se
produjo un encuentro entre Beck y el Dalai Lama, donde discutieron las
semejanzas entre la Terapia Cognitiva y la meditación, mostrándose así el
interés del propio Beck en el desarrollo de la terapia y su integración en
otras como la Terapia de Aceptación y Compromiso (Tercera Generación).
La Terapia Cognitiva es de primera
línea de intervención en trastornos depresivos, de ansiedad o de personalidad, observando
la importancia que sostiene en la actualidad en la intervención
psicoterapéutica.
Como se observa, Beck fue precursor
y, hasta sus últimos momentos, una figura muy importante en el campo de la
investigación y psicología aplicada. Desde el SPA os animamos a profundizar en
su extensa obra.
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