sábado, 24 de junio de 2023

El concepto de asertividad

        Esta semana nos gustaría hablar sobre la asertividad. Este es un estilo comunicativo que se basa en expresar nuestras opiniones, deseos, pensamientos y emociones de manera clara y directa sin atacar los derechos de los demás ni faltarles al respeto.

        Sin embargo, sabemos que comunicarnos de manera asertiva en ocasiones es muy complejo y gran parte de las personas se posicionan más bien en el polo pasivo o agresivo de la comunicación. El primero se caracteriza por una comunicación en la que la persona no es capaz de expresar sus necesidades, emociones y pensamientos, tienden a mostrarse inseguros en su discurso, tener un tono de voz bajo, falta de gesticulación y una actitud sumisa. Por el contrario, las personas con un estilo comunicativo agresivo expresan sus necesidades y opiniones sin tener en cuenta las del resto, en ocasiones invalidando las emociones de los demás, aumentando el tono de voz, presentando una postura intimidatoria o defensiva y sin tratar de llegar a un acuerdo entre las partes. 

        Ser asertivo puede ayudarnos a obtener muchos beneficios a nivel psicológico como por ejemplo mejorar nuestra autoestima, identificar y expresar nuestras emociones, tratar a los demás con respeto, transmitir nuestros mensajes de una manera más efectiva, mejorar la resolución de conflictos con otras personas o aumentar la satisfacción en nuestro trabajo. Asimismo, la asertividad nos permite alcanzar las habilidades sociales más complejas, tales como decir que no, recibir una crítica, hacer peticiones o expresar emociones desagradables. 

        Y aunque no todas las personas desarrollamos un estilo asertivo debido a nuestras experiencias vitales, podemos aprender haciendo un trabajo personal aunque sea algo nuevo para nosotros. Existen pautas que pueden ayudarnos a ello: 

- Identificar nuestro estilo comunicativo: Es importante reconocer si nuestro estilo es habitualmente pasivo, agresivo o pasivo-agresivo para poder mejorarlo. 

- Utilizar frases en primera persona: Nos permite expresar nuestros pensamientos y emociones desde nuestra experiencia individual. Esto reduce la posibilidad de que la otra persona se puede sentir atacada o juzgada. Son los llamados “mensajes yo”, por ejemplo: no es lo mismo “me haces enfadar” que “me siento enfadada cuando…”. 

- Practicar decir "no": Inicialmente podemos exponernos a situaciones que no requieren un gran esfuerzo. Es importante que si necesitamos dar una explicación esta sea breve y sencilla. Para ello necesitamos mantenernos firmes, utilizar la primera persona, empatizar con los otros y reforzar lo positivo. “Te agradezco que hayas pensado en mí para acompañarte y entiendo que te gustaría que fuese pero hoy me va a ser imposible porque no me encuentro bien”. 

- Utilizar el lenguaje corporal para acompañar el mensaje: Además de ser firmes en la expresión verbal es útil utilizar un lenguaje no verbal que transmita confianza. Para ello es importante mantener la postura recta, inclinar la cabeza ligeramente hacia delante, mirar a los ojos de la persona y no cruzar los brazos ni las piernas. 

- Gestionar tus emociones: En caso de sentirnos muy enfadados o ansiosos sería conveniente aplazar la conversación hasta que podamos expresarnos de forma firme y clara. Podemos utilizar para ello una técnica de desactivación o cualquier otra estrategia de regulación emocional.

        La asertividad se puede trabajar terapéuticamente de forma mucho más extensa pero también es necesario recordar que se puede ser asertivo necesitando nuestro tiempo y espacio para comunicarnos, decidiendo cuándo ser asertivo y cometiendo errores en el proceso.

Extroversión e introversión

Extroversión VS. Introversión

        Imaginemos a dos personas. A una de ellas se le atribuyen adjetivos como “sociable”, “hablador”, “abierto” o “espontáneo”. La otra, por el contrario, podría describirse como “discreta”, “independiente”, “observadora” o “tranquila”.

        Si estas dos personas parecen el día y la noche es porque, en efecto (y referido exclusivamente a su personalidad), lo son. Estamos hablando de extrovertidos e introvertidos.

Un brevísimo acercamiento a la personalidad

        Antes de poner encima de la mesa el tema del que queremos hablar hoy, hay un punto importante que explicar, la personalidad. En nuestras conversaciones diarias es un término con el que nos manejamos muy a menudo, pero en el ámbito científico ha traído más de un debate consigo. No hay una única forma de considerar la personalidad, ni hay consenso en qué se considera personalidad y qué no. Sin que sea nuestro interés explicar los distintos modelos sí que cabe mencionar uno de los más famosos, el modelo de los cinco grandes.

         ¿Y qué nos dice éste modelo? Que la personalidad podría dividirse en cinco grandes categorías, siendo cada categoría un continuo (es decir, teniendo cada categoría un mínimo de expresión y un máximo). Éstas serían; Empatía, apertura, neuroticismo, escrupulosidad y, la que nos interesa hoy, extraversión.

Extroversión Vs Introversión

        Como decíamos, y siguiendo el acercamiento de los cinco grandes, la extroversión sería un extremo del contínuo, mientras que la introversión sería el otro, teniendo toda una escala de grises entre medias. Así que, ¿qué es qué?

        La extraversión hace referencia a un rasgo de personalidad en el que la persona disfruta de la interacción social amplia. Hablar con grupos, estar en compañía de otras personas, ser receptores de la atención de los demás o apuntarse a todos los planes serían características de un extrovertido. También lo serían la poca tolerancia al aburrimiento, el malestar con el silencio o. sencillamente, esperar.

        La introversión, por el contrario, es el otro extremo del continuo. Personas que prefieren quedarse tranquilamente en el sofá leyendo o viendo una serie en vez de salir de fiesta. O aquellos que disfrutan “perdiéndose” en su mundo interno (conociéndose a sí mismos). También se caracterizan por tender más a la pasividad (siendo reactivos en vez de activos) o por tener dificultades coordinándose con otros.

         Es muy importante tener en cuenta que la introversión es distinta de la vergüenza. La vergüenza es una emoción que todos hemos sentido, sentimos y sentiremos en algún punto de nuestra vida. Tiene su función adaptativa, su forma de regularse y puede darnos mucha información si la escuchamos. La introversión, como hemos dicho, es un rasgo de personalidad. Se mantiene estable a lo largo del tiempo y tiene más que ver con cómo somos en general que con qué ha pasado en un momento dado.    

        También es importante recordar que, como hemos dicho, esto es un continuo. Los dos extremos serían los descritos, extroversión e introversión, pero entre medias hay toda una gama de grises. Incluso existen los ambivertidos, que ocuparían el centro de este continuo y tendrían características de ambos.

Entonces, ¿cuál es mejor?

        Muy probablemente todo lector que haya llegado hasta aquí tenga una preferencia en la cabeza. Pero la realidad es que no hay uno que sea mejor que el otro. Se puede decir que habrá situaciones y momentos en los que sea más fácil tener un rasgo de personalidad que otro (por ejemplo, un extrovertido lo tendría más fácil para preguntar direcciones. Mientras que a un introvertido no le supondría mayor problema quedarse en casa un sábado lluvioso). Pero no hay un vencedor, porque nunca fue una competición.

        Si nuestra mente fuese una batería, la interacción social cargaría de energía a un extrovertido, mientras que estar solos les agotará. Al levantarse por la mañana estarían descargados, y hablar con gente (por ejemplo al desayunar, o en el transporte público de camino al trabajo) les iría dando energía poco a poco.

        Por el contrario, un introvertido empezaría su día con la batería completamente cargada y cada interacción le iría drenando poco a poco. Para ellos, el tiempo de calidad a solas sería su enchufe.

        Los ambivertidos… bueno. Depende. Un ambivertido debe conocerse muy bien a sí mismo y sus ritmos para poder regularse eficazmente.

        Por último, hay que mencionar que estos estilos no son restrictivos. No significa que un extrovertido vaya a ser incapaz de hacer lo que hace un introvertido y viceversa, sino que no se sentirá cómodo haciéndolo. Hablamos de preferencias, no de limitaciones.

        Y tú, ¿qué eres?

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