jueves, 20 de febrero de 2020

Qué es un conflicto

El conflicto, motor para el cambio

Si hacemos un recorrido por las definiciones que ofrece la Real Academia Española (RAE) de la palabra “conflicto”, nos percatamos de que todas cargan con connotaciones negativas. En nuestra sociedad existe la tendencia a entender el conflicto como una situación que genera malestar y deteriora las relaciones entre dos o más personas. Con frecuencia buscamos evitarlo a toda costa, estrategia que, a largo plazo, puede agravar la situación ya que ésta por sí sola es difícil que se resuelva. Sin embargo, un conflicto no tiene por qué ser necesariamente negativo, sino que en la medida en que sabemos gestionarlo de forma saludable, puede llegar a ser una oportunidad para crecer personalmente.

Pero no nos adelantemos, primero vamos a ver qué es un conflicto. Aunque es complicado de definir, podemos decir que se trata de una situación en la que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo porque sus posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos como incompatibles. Además, el conflicto no solo ocurre entre personas con distintos puntos de vista, sino también con nosotros mismos, por ejemplo, cuando nuestros deseos y obligaciones entran en contradicción, o nuestros pensamientos luchan contra lo que sentimos.

Las formas en que afrontamos los conflictos son muy diversas y ninguna de ellas, en sí misma, es mejor o peor; va a depender, en gran parte, de las características del contexto y de las necesidades de las personas implicadas. Los psicólogos Kilmann y Thomas (1974) proponen la existencia de cinco estilos básicos a la hora de gestionar los conflictos:

· Competición (“Yo gano-Tú pierdes”): Está orientado al poder, que consiste en satisfacer o imponer los propios intereses a expensas de los intereses del otro.

· Evitación (“Yo pierdo-Tú pierdes”): Se caracteriza por mostrar una actitud pasiva ante el conflicto, es decir, no satisfacer ni los propios intereses ni los del otro.

· Acomodación (“Yo pierdo-Tú ganas”): Implica satisfacer los intereses del otro a costa de no atender a los propios. En este estilo la persona cede o se conforma con los puntos de vista del otro.

· Compromiso: Está encaminado a la negociación, que se caracteriza por el esfuerzo en ceder y llegar a un punto medio entre ambas partes, de forma que los propios deseos e intereses así como los del otro queden parcialmente satisfechos.

· Colaboración (“Yo gano-Tú ganas”): Se basa en encontrar una solución alternativa que satisfaga plenamente los intereses de las dos partes, de forma que ambas salgan beneficiadas.

Teniendo en cuenta estos elementos y la cantidad de decisiones que tomamos en un día, llegamos a la conclusión de que los conflictos son parte inevitable de nuestra vida: tener conflictos significa que estamos vivos. Por tanto, si aprendemos a afrontarlos con responsabilidad, pueden facilitar una comunicación abierta y honesta con los demás, fomentar la confianza y el conocimiento de uno mismo y de los demás, estimular la flexibilidad y la creatividad y, en definitiva, favorecer nuestra salud mental y emocional.

En nuestra próxima actividad, el Taller de resolución de conflictos, abordaremos estos aspectos, así como aprenderemos recursos y estrategias útiles para gestionar los conflictos de manera saludable.

martes, 11 de febrero de 2020

Cómo ayudar a quien lo pasa mal

¿Cómo ayudar a quien lo está pasando mal?

En ocasiones podemos encontrarnos con que alguien de nuestro entorno está pasando por un momento complicado en su vida. Puede ser que éste sea motivado por haber sufrido una pérdida importante, por el diagnóstico de una enfermedad grave, por un fracaso amoroso, por dificultades laborales o por circunstancias de diferente índole. Cuando esto ocurre nos podemos enfrentar al dilema de cómo actuar. Puede ser que nos veamos impulsados a aliviar el malestar de esa persona y nos encontremos impotentes sobre lo que podemos hacer. Aunque no existen recetas mágicas, hemos elaborado una serie de tips o consejos que pueden ser de utilidad.

1. Escuchar como factor clave

Para prestar apoyo, resulta fundamental atender a lo que la otra persona nos está contando, escuchándola de manera activa y propiciando que se pueda expresar.

2. No infravalorar los silencios

Existen personas que se encuentran incómodas con los silencios y buscan rellenarlos con palabras. Otras quieren expresar frases que sirvan como bálsamo a quienes quieren ayudar. A veces, el hecho de acompañar sin decir nada o el contacto físico mediante abrazos, puede llegar a ser más reconfortante que lo que podamos decir.

3. Preguntar qué quieren de ti

Con esta interrogación mostramos nuestra intención de ayudar y nos interesamos por el bienestar. En lugar de preguntar sobre lo qué ha pasado y querer conocer todos los detalles, un “¿qué puedo hacer por ti?” puede ser un mejor apoyo.

4. Validar la emoción

Cuando hablamos de validar en psicología nos referimos a transmitir la idea de que las emociones sentidas son válidas y comprensibles dentro de la situación vivida. Se trataría de no juzgar las emociones que manifiesta la persona, sino de legitimarlas y darles la importancia necesaria.

5. No dar consejos si no son pedidos

Con la intención de buscar soluciones al problema y aliviar el sufrimiento de la persona que queremos ayudar, mucha gente opta por dar consejos. Esto puede llegar a resultar contraproducente al generar que la otra persona se sienta juzgada o incomprendida.

6. Respetar los tiempos de cada persona

Hay gente que cuando se encuentra triste, tiende a aislarse y prefiere estar a sola. Otra en cambio, siente la necesidad de compartir lo que le está ocurriendo o llorar para desahogarse. Existen distintos modos de afrontar las situaciones de malestar y el forzar a quien quieres ayudar a comportarse de otra manera no suele ser una opción adecuada. 

domingo, 2 de febrero de 2020

Qué son las emociones

Emociones, ¿positivas y negativas?

Cuando oímos hablar de emociones, es habitual que se aluda a una categorización entre emociones positivas y negativas. Esta clasificación la podemos encontrar de forma extendida en la literatura científica pero, ¿es completamente acertada?

En palabras de Fernández-Abascal y Palmero (1999), “una emoción es un proceso que se activa cuando el organismo detecta algún peligro, amenaza o desequilibrio con el fin de poner en marcha los recursos a su alcance para controlar la situación”. Es decir, las emociones tienen un valor adaptativo que nos moviliza al cambio.

Al categorizar las emociones en polos opuestos, como positivas o negativas, les estamos dando a estas últimas una connotación que nos genera rechazo. Si algo es negativo, quiere decir que es malo, no querremos sentirlo, querremos estar en el otro polo. Entonces corremos el riesgo de huir de nuestras propias emociones, rechazarlas cuando aparecen o incluso forzar su sustitución por otras que consideramos más adecuadas. Pero si no prestamos atención a estas emociones, no podremos escuchar el mensaje que nos quieren transmitir.

Por tanto, sería más adecuado considerar que existen emociones más agradables o desagradables de sentir. Por ejemplo, puede desagradarnos sentir rabia, pero esta emoción nos está dando una información: ha ocurrido algo que consideramos injusto y que nos gustaría que cambiase. Podemos darnos el permiso para sentirla, escucharla y expresarla de forma funcional.

La inteligencia emocional engloba el conjunto de habilidades que nos permiten expresar y gestionar nuestras emociones de forma adecuada, de forma que podamos obtener de ellas su valor adaptativo y nos sirvan como impulso y no como barrera. Este mensaje trata de transmitirlo la película de Disney “Del revés”, recomendable tanto para niños como para adultos : todas las emociones son válidas y necesarias.

En nuestra próxima actividad, el Taller de Inteligencia Emocional para niños y niñas de 6 a 8 años, trabajaremos estos aspectos con el fin de facilitar el desarrollo emocional en los niños y niñas que participan, y así poder transmitir la idea de que todas nuestras emociones son válidas si se gestionan adecuada y funcionalmente.



Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...