miércoles, 29 de diciembre de 2021

Risa y Salud

La risa y la salud

La risa es una reacción del cuerpo que compartimos con algunas especies de primates, es la respuesta de nuestro cuerpo a algunos estímulos tanto internos como externos, y puede ser generada por una amplia variedad de estos, desde las cosquillas hasta un pensamiento. Normalmente la risa se asocia a emociones agradables como la alegría, la felicidad o el alivio, aunque en otras ocasiones puede venir acompañada de emociones como la vergüenza, o sentimientos como la confusión.

Algunos factores como el género, la cultura o la educación pueden hacer variar la experiencia de reír, aunque de manera independiente, el buen humor genera en nosotros numerosos cambios, nos hace pensar de manera diferente, rozando lo irracional en algunos casos, afecta a nuestro estado emocional y también a nuestra conducta, activando los sistemas relacionados con el juego, esos que los niños tienen tan a flor de piel.

Podríamos pensar que sus efectos son pasajeros, que una vez que se hace la broma y pasa la risa, los cambios que hemos experimentado se diluyen, sin embargo, esto no es así; el buen humor genera cambios duraderos que se mantienen estables a lo largo del tiempo y favorecen un mejor estado de salud. Veamos cuales son:

Limpia” los pulmones

Durante la risa, predomina la expiración frente a la inspiración, esto favorece la expulsión del aire que se acumula en los pulmones de manera normal durante la respiración. Esta predominancia de la expiración frente a la inspiración es muy parecida a la forma en que funcionan algunas técnicas destinadas a manejar los estados de ansiedad, como la respiración diafragmática; no sorprende que los estudios relacionen un mayor sentido del humor con menores tasas de ansiedad o depresión.

Nos ayuda a lidiar con el estrés del día a día

El uso del humor como estrategia de afrontamiento para manejar la rutina parece clara, sin embargo, no quedan claro cuáles son los mecanismos que operan detrás de este efecto. Los estudios realizados al respecto no ofrecen conclusiones claras y en algunos casos son contradictorias. Algunos autores sugieren que la creencia popular sobre los efectos del humor a la hora de lidiar con situaciones estresantes o ansiógenas puede proceder de un efecto placebo.

Atrae a los demás

El sentido del humor favorece el contacto con lo demás. En este sentido, los estudios son unánimes, el sentido del humor es una característica más que deseable en el otro. De hecho, los estudios muestran que aquellas parejas con un sentido del humor similar tienen una mayor predisposición a casarse, además, se ha encontrado que el humor es un factor crítico a la hora de considerar a una persona como potencial compañero o compañera.                                                 

En resumen, parece que el humor y la risa favorecen la salud, en lo relativo a lo físico, la risa aumenta el número de hormonas relacionadas con un mejor estado del cuerpo, como las endorfinas, fortalece el sistema inmune al estimular la creación de glóbulos blancos y reduce la presión arterial.

Si observamos los efectos en su conjunto podemos ver que los efectos positivos del humor y la risa abarcan todos los ámbitos que consideramos como relevantes en lo relativo a la salud, lo físico, lo social y lo psicológico, ahora ¡solo queda ponerlo en práctica!

jueves, 23 de diciembre de 2021

Lotería de Navidad

LOTERÍA DE NAVIDAD, PRESIÓN GRUPAL Y SESGOS COGNITIVOS

El día de la Lotería de Navidad llega como preludio de estas fiestas. Nos atreveríamos a decir que, más que eso, como parte “necesaria” de ellas. Desde el SPA nos ocuparemos de observarlo con una mirada “psicológica” y qué supone para nuestra psique, además de los posibles riesgos asociados por extensión a los juegos por apuesta. Y es que estos días nos vemos bombardeados por información sobre el sorteo, desde el anuncio tan comentado en los últimos años hasta las notas informativas e incitación a participar por los medios de comunicación. Sin lugar a duda, parece una tradición importante.

El día 22 de diciembre está marcado como el “día del sorteo” o acepciones parecidas. Quien más y quien menos está pendiente de qué número ha salido, qué terminación o dónde ha caído la suerte. Es fácil conocerlo, pues la información al respecto está garantizada, no solo por los medios, sino por allegados u “oídas” casuales. Podemos definirlo, dada su repercusión, como “presión de grupo”, definida como una “presión social que reciben los individuos para pensar o realizar conductas, aunque no estén de acuerdo con ellas”. En esta línea, se realiza la compra de décimos en grupo y se manifiestan presiones hacia aquellas personas que no quieren comprar, como por ejemplo “verás cómo nos toque dinero a todos, y a ti no”; “hay muy pocas probabilidades de acertar, pero puede que a mí sí”; “tengo un conocido que una vez le tocó, ¿por qué a mí no?” La lista de motivos parece interminable y se van interiorizando a lo largo de nuestras vidas.

El aprendizaje cultural que relaciona el sorteo de la lotería de navidad con emociones de ilusión y esperanza es importante, viendo cada año a grupos de personas descorchar botellas a las puertas de las administraciones de lotería, empresas en las que ha tocado o personas necesitadas que indican que llevan varios boletos del número ganador. En realidad, solo se nos muestra a los ganadores, pero… ¿y a quienes no les ha tocado nada? Visto así, parece interesante observar las probabilidades de lograr un premio. Son pocas. Es cierto que, entre terminaciones, “pedreas” y demás podemos “recuperar” algo (sin hablar en ningún caso de ganar). Como dato, la probabilidad de obtener el primer premio es de 1 entre 100.000, esto es, un 0,00001%. Si pudiésemos ver el conjunto de la población que no ha ganado, quizá nos desmotivaría.

Es quizá uno de los sorteos con menos probabilidad de ganar, menos rentables, y, sin embargo, es uno en los que más se participa. Aquí entrarían en juego los sesgos cognitivos, pensamientos que utilizamos para procesar la información de forma más rápida y sencilla pero que a veces nos hacen distorsionar la realidad. Entre ellos se encontrarían algunos como:

- Ilusión de control: creencia en las propias habilidades para controlar el azar. Con el sorteo de Navidad creemos que podemos controlar el azar mediante rituales, pasando por ejemplo el boleto por la tripa de una embarazada.

- Confianza en la suerte: ideas de “perder por poco” o “casi ganar”, creencias en números de la suerte, rachas, etc. llevan a sobreestimar las posibilidades de ganar. Muchas veces creemos tener mayor suerte si escogemos un número “bonito”, cuando en realidad todos los números tienen la misma probabilidad de salir en el sorteo.

- Heurístico de representatividad: creencia de que el azar es un proceso autocorrectivo, es decir, que eventos pasados condicionan eventos futuros. Si compro en la administración de Doña Manolita tendré más posibilidades de tener premio porque en otros años ha salido un ganador en esta administración, sin valorar cuántos números se han vendido en dicho lugar (son muchos y, por tanto, mayor probabilidad de que ahí toque).

- Personificación: atribuimos intenciones o incluso relacionamos la compra de décimos con personas que queremos con una relación de mayor probabilidad de aciertos.

La conducta puntual de participar en este sorteo en sí no supondría un riesgo grande, al igual que invertir a lo largo del año algún dinero en otros sorteos. Su generalización e intensificación sí podría suponer problemas dadas las repercusiones sociales o económicas hacia la persona, pudiendo darse un deterioro en su calidad de vida.

Desde el SPA os deseamos suerte a quienes hayáis jugado, además de una buena gestión de las ilusiones y decepciones derivadas de esta tradición esperando que estos datos os sean de ayuda.

martes, 21 de diciembre de 2021

La soledad

SENTIMIENTO DE SOLEDAD ¿TÚ TAMBIÉN LO HAS SENTIDO?

El ser humano, por naturaleza, como ser social que es, necesita vivir en compañía de personas manteniendo contacto y relación con estas. Sin embargo, todos hemos experimentado en algún momento un sentimiento de soledad a pesar de lo autónomos e independientes que seamos. Este sentimiento conlleva en sí mismo un malestar significativo y puede magnificarse en muchas personas en fechas señaladas como puede ser la navidad. Por ello y por la proximidad de esta fecha, desde el Servicio de Psicología Aplicada queremos acercaros a comprender qué es el sentimiento de soledad, quién lo puede experimentar y proporcionaros algunas estrategias que os ayuden a sobrellevar estas sensaciones en un determinado momento.

La soledad se puede entender como una vivencia desagradable vinculada a la escasez de intimidad, una ausencia real o percibida de vínculos satisfactorios que aparece acompañada en su mayoría de vínculos de estrés. 

El sentimiento de soledad es una experiencia desagradable que en la mayoría de los casos deriva de una escasa red de apoyo social o familiar, pero también de relaciones superficiales y poco satisfactorias, por lo que los cambios en las dinámicas interpersonales debido a la globalización de las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales como uno del los principales métodos de comunicación también pueden fomentar sentimientos de soledad a pesar de no tener una red de apoyo deficitaria. Esto hace que los sentimientos de soledad hayan dejado de asociarse de manera exclusiva a ciertas patologías como la depresión.

Diferentes autores identifican cuatro factores asociados estos sentimientos de soledad:

1.     Abatimiento

2.     Aislamiento

3.     Agotamiento

4.     Inquietud

Sin embargo, resulta necesario discriminar estos sentimientos de soledad desfavorables de la soledad vivida por muchas personas como algo positivo debido a ser una elección personal.

Ahora bien ¿Qué podemos hacer ante estos sentimientos cuando no han sido una elección personal?

En primer lugar, es fundamental normalizar que podamos sentirnos solos en un determinado momento, en especial con la pérdida de relaciones cara a cara, fomentado por el uso de las redes sociales y generando estilos de vida (a veces) ilusorios y dañinos, así como en fechas en las que socialmente se ha aceptado que debemos de estar en compañía de las personas de nuestro entorno más cercano, creencia que hace que este sentimiento intensifique el malestar que podemos llegar a experimentar. Permítete estar solo ya que es una capacidad esencial para nuestro bienestar emocional que fomenta la conexión con nosotros mismos.

Además, resulta importante asumir una actitud proactiva. Encontrar actividades con las que nos sintamos satisfechos, que supongan una novedad o que siempre hayamos querido realizar serán beneficiosas para nosotros y en especial si incluyen relacionarnos con un grupo de personas.

Debemos destacar que la instauración de los sentimientos de soledad puede llevar consigo sintomatología ansiosa y/o depresiva que interfiera en las diferentes áreas vitales del individuo de la experimenta. Por ello y, en conclusión, resulta fundamental comprender cuándo estos sentimientos suponen un malestar clínicamente significativo de cara a solicitar ayuda psicológica teniendo en cuenta que debido a los motivos anteriormente expuestos se tratara de una experiencia cada vez más presente en la sociedad actual. 

martes, 14 de diciembre de 2021

Navidad

¿Dulce Navidad?

Abetos, luces, guirnaldas… La Navidad ya ha llegado a calles, plazas y centros comerciales. En cualquier bar o tienda suenan sin cesar los discos de villancicos y polvorones y mazapanes parecen asaltarnos a la vuelta de todas las esquinas, presidiendo poderosamente los escaparates de las confiterías, saturados de brillo, papá-noeles y espumillón. Pero… ¿cómo vivimos cada uno de nosotros esta época del año? Para algunos, son las fechas más bonitas de todo el calendario; para otros, en cambio, las navidades suponen un auténtico desafío emocional. Por ello, desde el Servicio de Psicología Aplicada de la UNED, os queremos brindar una serie de pautas para sobrellevar mejor estas fiestas que aún nos quedan por delante. Allá van:

1. Aceptar el momento presente: en todas las ciudades, vecinos y comerciantes van a engalanar cada rincón durante varias jornadas, y es algo que debemos aprender a asumir. La Navidad, al fin y al cabo, supone todo un apogeo para el sector económico, pues es precisamente en estos días cuando los establecimientos de casi cualquier índole incrementan sustancialmente sus ventas. Por otro lado, los municipios se transforman en una atracción turística para los más pequeños, quienes viven estas semanas como algo mágico y, por supuesto, como la antesala del día de Nochebuena o de la Noche de Reyes, cuando reciben con ilusión sus regalos. Esto es así y no va a cambiar por mucho que lo deseemos, de manera que aceptarlo plenamente sería el primer paso que nos convendría dar.

2. No reprimir lo que sentimos: si nos notamos más sensibles de lo que viene siendo habitual en nosotros, o más nostálgicos, recordando, tal vez, aquel tiempo pasado en el que no faltaba a la mesa ningún miembro importante de nuestra familia en el típico almuerzo de Año Nuevo, ni ningún amigo especial en ese brindis de Nochevieja, tratar de reprimir la pena o de retener el llanto, no sólo va a hacer que se incremente nuestra sensación de malestar, sino que además va a derivar en un sentimiento de ira o de frustración que se va a sumar al de tristeza. En cambio, si optamos por desahogarnos, permitiéndonos llorar y no siendo severos con nosotros mismos, probablemente percibamos que una emoción de alivio se abre camino entre nuestro pesar.

3. Hablar las cosas: si silenciamos todo ese sinsabor que nos provoca el ambiente navideño, y no lo hablamos con nadie de nuestra confianza, es posible que la gente a la que apreciamos nos encuentre extrañamente toscos y huraños, y los demás se pregunten por qué nuestro carácter parece más desagradable de lo común, llegando incluso a plantearse ni nos han podido ofender en algo. Por el contrario, si compartimos nuestras opiniones e inquietudes abiertamente, siendo honestos y sinceros, además de sentirnos, en cierto modo, liberados, conseguiremos sentirnos asimismo apoyados y comprendidos, lo cual nos reportará paz y satisfacción.

4. Intentar ver el lado bueno: es probable que en estas fechas recibamos uno o varios regalos, o que disfrutemos de algún que otro pequeño manjar, como esos bombones que solamente se venden en pleno invierno o los deliciosos roscones rellenos de crema o nata. Quizás descubramos el aroma de un nuevo perfume recién sacado al mercado, o tengamos la oportunidad de acudir al cine a ver un estreno sensacional. Si únicamente nos focalizamos en lo negativo, en mirar a esas familias aparentemente felices y unidas que nos cruzamos canturreando villancicos por la calle, o en martirizarnos viendo esas películas americanas excesivamente edulcoradas que emiten las cadenas de televisión día sí, día también, donde abuelos, padres, hijos y nietos se reúnen para cocinar galletitas de jengibre y para dar vida a un enorme y preciosísimo muñeco de nieve, estaremos perdiendo de vista aquellos pequeños detalles más realistas de los que sí podríamos disfrutar durante estos días, y de los que a menudo nos privamos con tal de que no nos recuerden que estamos en Navidad.

Pues bien, hasta aquí nuestras breves recomendaciones. Esperamos que os sean de utilidad. Muchas gracias por seguirnos y leernos. Tenemos una cita en el próximo artículo. ¡Hasta pronto!

jueves, 2 de diciembre de 2021

TCA

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA) desde una perspectiva transdiagnóstica

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un problema psicológico multicausal que afecta principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes y que debido a su gran prevalencia, entre un 5-6% en mujeres jóvenes, deben incluirse dentro de los planes preventivos de salud. Cursan con alteraciones en la percepción en referencia a la comida y a la imagen corporal. En consecuencia, las personas que padecen este problema llevan a cabo conductas purgativas, restricciones de la ingesta de comida y otras alteraciones en los hábitos de alimentación. Esto produce a su vez alteraciones de la salud física y otros problemas psicológicos derivados, principalmente depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y fobia social.

Su prevención es imprescindible, sobre todo tomando en cuenta que se han descrito de forma contundente los factores de riesgo a tener en cuenta. Se destacan en la mayor parte de los estudios: ser mujer, ser adolescente, sufrir de inseguridad social, perfeccionismo, impulsividad, sobrepeso u obesidad, valores familiares y personales que ensalcen la forma física y/o belleza, altas expectativas de los padres, baja autoestima…

¿Qué explicaciones se dan desde la psicología para la aparición de estas alteraciones de la conducta alimentaria?

Una de las más aceptadas es la propuesta por las teorías cognitivo-conductuales y, en especial, por la teoría transdiagnóstica de Fairburn porque recoge e integra muchos de los elementos implicados. En el caso de la bulimia nerviosa aparece un sistema disfuncional de autoevaluación, la persona en lugar de evaluarse en base a su ejecución en varias áreas vitales, como puede ser la familia, el ámbito académico, el trabajo, las relaciones interpersonales etc., se evalúan exclusiva o principalmente en base a su peso, hábitos de alimentación y su propia capacidad para controlarlo. A raíz de esto se desencadenan las conductas de control del peso y la figura como reducir ingestas, rituales de comprobación del peso, hacer ejercicio físico en exceso o las conductas purgativas como la inducción del vómito o el uso de laxantes. En cuanto a los atracones, se da un “círculo vicioso” entre estos y las conductas de control del peso, al llevar a cabo dietas tan restrictivas pueden aparecer momentos en que, unidos a el componente impulsivo, se den grandes consumos de comida o “atracones” que, si bien reducen el malestar, el vacío y la ansiedad, también provocarán gran culpa en la persona, entre otras emociones desagradables y que tratarán de compensar con las conductas antes expuestas en un ciclo infinito. Además, estos atracones serán reforzados por el uso de métodos purgativos al conocer que pueden utilizarse como compensación. 

Pero, ¿y la anorexia? Desde una perspectiva transdiagnóstica, compartiría la mayor parte de los elementos con la bulimia nerviosa, sin embargo, se diferencia en el éxito conseguido al controlar el peso, llevando a la persona a colocarse por debajo de un peso saludable. 

Por tanto, teniendo en cuenta estas similitudes en el origen y desarrollo de los TCA se puede desarrollar un modelo de trabajo en intervención psicológica que abarque los componentes mencionados de forma integral. De manera específica se pueden destacar algunos de los componentes a incluir dentro de la terapia individual de las personas que padecen esta problemática:

 -Psicoeducación: acerca de los mitos que pueden aparecer en la persona sobre la alimentación, las dietas, el ejercicio, cómo funcionan los TCA, etc.

 -Modificación de conducta: acerca de las pautas de ejercicio, rutinas, alimentación, por ejemplo mediante ejercicios de actividades incompatibles.

 -Trabajar la gestión emocional y la autoestima: mediante ejercicios de atribuciones internas de actividades positivas. Descentralizar la autoestima enfocada al cuerpo, trabajando el resto de recursos y valores, explorando y reforzando las conexiones sociales.

 -Trabajar con pensamientos automáticos, creencias irracionales y sesgos cognitivos.

 -Prevención de recaídas.

Por último, hay que tener en cuenta que todas estas medidas deben acompañarse con un seguimiento por parte de los profesionales de la medicina, la enfermería y/o la nutrición para prevenir problemas en la salud física que aparecen frecuentemente. 


Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...