jueves, 2 de diciembre de 2021

TCA

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA) desde una perspectiva transdiagnóstica

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un problema psicológico multicausal que afecta principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes y que debido a su gran prevalencia, entre un 5-6% en mujeres jóvenes, deben incluirse dentro de los planes preventivos de salud. Cursan con alteraciones en la percepción en referencia a la comida y a la imagen corporal. En consecuencia, las personas que padecen este problema llevan a cabo conductas purgativas, restricciones de la ingesta de comida y otras alteraciones en los hábitos de alimentación. Esto produce a su vez alteraciones de la salud física y otros problemas psicológicos derivados, principalmente depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y fobia social.

Su prevención es imprescindible, sobre todo tomando en cuenta que se han descrito de forma contundente los factores de riesgo a tener en cuenta. Se destacan en la mayor parte de los estudios: ser mujer, ser adolescente, sufrir de inseguridad social, perfeccionismo, impulsividad, sobrepeso u obesidad, valores familiares y personales que ensalcen la forma física y/o belleza, altas expectativas de los padres, baja autoestima…

¿Qué explicaciones se dan desde la psicología para la aparición de estas alteraciones de la conducta alimentaria?

Una de las más aceptadas es la propuesta por las teorías cognitivo-conductuales y, en especial, por la teoría transdiagnóstica de Fairburn porque recoge e integra muchos de los elementos implicados. En el caso de la bulimia nerviosa aparece un sistema disfuncional de autoevaluación, la persona en lugar de evaluarse en base a su ejecución en varias áreas vitales, como puede ser la familia, el ámbito académico, el trabajo, las relaciones interpersonales etc., se evalúan exclusiva o principalmente en base a su peso, hábitos de alimentación y su propia capacidad para controlarlo. A raíz de esto se desencadenan las conductas de control del peso y la figura como reducir ingestas, rituales de comprobación del peso, hacer ejercicio físico en exceso o las conductas purgativas como la inducción del vómito o el uso de laxantes. En cuanto a los atracones, se da un “círculo vicioso” entre estos y las conductas de control del peso, al llevar a cabo dietas tan restrictivas pueden aparecer momentos en que, unidos a el componente impulsivo, se den grandes consumos de comida o “atracones” que, si bien reducen el malestar, el vacío y la ansiedad, también provocarán gran culpa en la persona, entre otras emociones desagradables y que tratarán de compensar con las conductas antes expuestas en un ciclo infinito. Además, estos atracones serán reforzados por el uso de métodos purgativos al conocer que pueden utilizarse como compensación. 

Pero, ¿y la anorexia? Desde una perspectiva transdiagnóstica, compartiría la mayor parte de los elementos con la bulimia nerviosa, sin embargo, se diferencia en el éxito conseguido al controlar el peso, llevando a la persona a colocarse por debajo de un peso saludable. 

Por tanto, teniendo en cuenta estas similitudes en el origen y desarrollo de los TCA se puede desarrollar un modelo de trabajo en intervención psicológica que abarque los componentes mencionados de forma integral. De manera específica se pueden destacar algunos de los componentes a incluir dentro de la terapia individual de las personas que padecen esta problemática:

 -Psicoeducación: acerca de los mitos que pueden aparecer en la persona sobre la alimentación, las dietas, el ejercicio, cómo funcionan los TCA, etc.

 -Modificación de conducta: acerca de las pautas de ejercicio, rutinas, alimentación, por ejemplo mediante ejercicios de actividades incompatibles.

 -Trabajar la gestión emocional y la autoestima: mediante ejercicios de atribuciones internas de actividades positivas. Descentralizar la autoestima enfocada al cuerpo, trabajando el resto de recursos y valores, explorando y reforzando las conexiones sociales.

 -Trabajar con pensamientos automáticos, creencias irracionales y sesgos cognitivos.

 -Prevención de recaídas.

Por último, hay que tener en cuenta que todas estas medidas deben acompañarse con un seguimiento por parte de los profesionales de la medicina, la enfermería y/o la nutrición para prevenir problemas en la salud física que aparecen frecuentemente. 


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