¿CONOCES TUS DEBILIDADES?
En la anterior entrada en este blog se trató sobre “fortalezas”. Muchos quizá
pensaréis ¿ya, pero y si no consigo verlas? ¿Y si solo veo puntos débiles? ¿Qué
dice de mí ser “débil”? Conocer cuáles son nuestros puntos fuertes puede
ayudarnos a gestionar mejor nuestras vidas, sí, pero conocernos de manera
honesta y genuina implica saber también en qué aspectos somos más vulnerables.
Sin este profundo autoconocimiento quedaríamos con una visión poco realista y
vacía si no conocemos también cuáles son nuestras debilidades. Esta perspectiva
puede resultarnos incómoda, pero es ese conocimiento de aquello que nos puede
dar miedo lo que nos puede ayudar a enfrentarnos a los retos del día a día con
mejor actitud.
¿Qué
entendemos por “debilidad”? Sería una faceta de nuestra identidad,
personalidad, conocimiento, habilidad (y un largo etcétera) que de alguna
manera nos hace sentir “desprotegidos” ante algún ámbito de nuestra vida. De la
misma forma, las debilidades están definidas por nuestra cultura, ambiente
social, familiar o estructura mental. Imaginémonos ante una exposición en clase
en que sentimos estar nerviosos. Podría ser una “debilidad” no dar la talla
supuesta por la sociedad, pero esta debilidad se puede hablar y tratar de
superar con un amigo próximo explicando el problema y tratando de obtener ayuda,
convirtiendo así la ocasión y otras futuras en oportunidades de crecimiento.
En
todo esto, la autoestima juega un papel importante. Podríamos definir la
autoestima como el conjunto de percepciones, juicios y sentimientos
que tenemos hacia nosotros mismos. Cuando
hablamos de poseer una autoestima sana, no solo estamos hablando de aquellas
características positivas que nos definen. También implica conocer y aceptar
los aspectos más debilitados. Es entonces cuando estamos en disposición de
alcanzar un desarrollo personal y modo de vida más plena, pues las
vulnerabilidades, aunque estén seguramente (todos las tenemos), no supondrán
tanto un obstáculo en nuestras vidas sino más bien un elemento motivador de
crecimiento y superación. En su lugar, si optamos por no mirarlas, quizá
caigamos en la trampa de la evitación. A modo de ejemplo, impaciencia, celos,
egoísmo o cobardía son recogidas en diversas listas como debilidades humanas.
En
muchas ocasiones podemos pensar en “qué fuerte es esa persona” haciendo alusión
a que no tiene debilidades. Desde la psicología se contempla que absolutamente
todos tenemos puntos de vulnerabilidad, pero dependiendo de qué hagamos con
ellos, el resultado en nuestro sentimiento de valía tomará unos caminos u otros.
Una debilidad que no es reconocida posiblemente no pueda ser aceptada ni exista
la posibilidad de cambiar.
Algunas
maneras de acercarse a la debilidad pueden ser:
-Conocimiento
de nuestras propias emociones, indagando en cuáles nos hacen sentir malestar y
no conseguimos “gestionar”.
-Observar
nuestro día a día como un área parcelada en donde aparecen diversos cultivos.
Así podremos separar áreas en que nos sintamos más o menos vulnerables (familia,
pareja, trabajo…).
-Mostrar
alguna debilidad ante alguien de confianza. Exponernos de manera “intencionada”
puede ayudarnos a ver que otros nos pueden comprender y ayudar.
-Escribir
una lista de fortalezas/debilidades e intentar equilibrarla (por cada debilidad,
escribir una fortaleza). Esto nos puede ayudar a explicitar qué nos gustaría
desarrollar y en qué podemos ayudarnos.
-Buscar
ayuda psicoterapéutica si la vulnerabilidad es frecuente, intensa, abarca
varias áreas de nuestra vida o si impide el desarrollo de otras.
Cabe
destacar que la perfección no va a ser nuestro objetivo ya que en sí misma
podría entenderse como una “falsa fortaleza”, y pensar que somos seres
vulnerables con debilidades y fortalezas nos puede ayudar tener un conocimiento
realista e integrador de nuestra autopercepción. Desde el SPA os animamos a
explorar este mundo personal en ocasiones difícil, pero que puede traer
importantes desarrollos en nuestras vidas.