jueves, 23 de diciembre de 2021

Lotería de Navidad

LOTERÍA DE NAVIDAD, PRESIÓN GRUPAL Y SESGOS COGNITIVOS

El día de la Lotería de Navidad llega como preludio de estas fiestas. Nos atreveríamos a decir que, más que eso, como parte “necesaria” de ellas. Desde el SPA nos ocuparemos de observarlo con una mirada “psicológica” y qué supone para nuestra psique, además de los posibles riesgos asociados por extensión a los juegos por apuesta. Y es que estos días nos vemos bombardeados por información sobre el sorteo, desde el anuncio tan comentado en los últimos años hasta las notas informativas e incitación a participar por los medios de comunicación. Sin lugar a duda, parece una tradición importante.

El día 22 de diciembre está marcado como el “día del sorteo” o acepciones parecidas. Quien más y quien menos está pendiente de qué número ha salido, qué terminación o dónde ha caído la suerte. Es fácil conocerlo, pues la información al respecto está garantizada, no solo por los medios, sino por allegados u “oídas” casuales. Podemos definirlo, dada su repercusión, como “presión de grupo”, definida como una “presión social que reciben los individuos para pensar o realizar conductas, aunque no estén de acuerdo con ellas”. En esta línea, se realiza la compra de décimos en grupo y se manifiestan presiones hacia aquellas personas que no quieren comprar, como por ejemplo “verás cómo nos toque dinero a todos, y a ti no”; “hay muy pocas probabilidades de acertar, pero puede que a mí sí”; “tengo un conocido que una vez le tocó, ¿por qué a mí no?” La lista de motivos parece interminable y se van interiorizando a lo largo de nuestras vidas.

El aprendizaje cultural que relaciona el sorteo de la lotería de navidad con emociones de ilusión y esperanza es importante, viendo cada año a grupos de personas descorchar botellas a las puertas de las administraciones de lotería, empresas en las que ha tocado o personas necesitadas que indican que llevan varios boletos del número ganador. En realidad, solo se nos muestra a los ganadores, pero… ¿y a quienes no les ha tocado nada? Visto así, parece interesante observar las probabilidades de lograr un premio. Son pocas. Es cierto que, entre terminaciones, “pedreas” y demás podemos “recuperar” algo (sin hablar en ningún caso de ganar). Como dato, la probabilidad de obtener el primer premio es de 1 entre 100.000, esto es, un 0,00001%. Si pudiésemos ver el conjunto de la población que no ha ganado, quizá nos desmotivaría.

Es quizá uno de los sorteos con menos probabilidad de ganar, menos rentables, y, sin embargo, es uno en los que más se participa. Aquí entrarían en juego los sesgos cognitivos, pensamientos que utilizamos para procesar la información de forma más rápida y sencilla pero que a veces nos hacen distorsionar la realidad. Entre ellos se encontrarían algunos como:

- Ilusión de control: creencia en las propias habilidades para controlar el azar. Con el sorteo de Navidad creemos que podemos controlar el azar mediante rituales, pasando por ejemplo el boleto por la tripa de una embarazada.

- Confianza en la suerte: ideas de “perder por poco” o “casi ganar”, creencias en números de la suerte, rachas, etc. llevan a sobreestimar las posibilidades de ganar. Muchas veces creemos tener mayor suerte si escogemos un número “bonito”, cuando en realidad todos los números tienen la misma probabilidad de salir en el sorteo.

- Heurístico de representatividad: creencia de que el azar es un proceso autocorrectivo, es decir, que eventos pasados condicionan eventos futuros. Si compro en la administración de Doña Manolita tendré más posibilidades de tener premio porque en otros años ha salido un ganador en esta administración, sin valorar cuántos números se han vendido en dicho lugar (son muchos y, por tanto, mayor probabilidad de que ahí toque).

- Personificación: atribuimos intenciones o incluso relacionamos la compra de décimos con personas que queremos con una relación de mayor probabilidad de aciertos.

La conducta puntual de participar en este sorteo en sí no supondría un riesgo grande, al igual que invertir a lo largo del año algún dinero en otros sorteos. Su generalización e intensificación sí podría suponer problemas dadas las repercusiones sociales o económicas hacia la persona, pudiendo darse un deterioro en su calidad de vida.

Desde el SPA os deseamos suerte a quienes hayáis jugado, además de una buena gestión de las ilusiones y decepciones derivadas de esta tradición esperando que estos datos os sean de ayuda.

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