LOTERÍA DE NAVIDAD, PRESIÓN GRUPAL Y SESGOS COGNITIVOS
El día de la Lotería de Navidad llega como preludio de estas fiestas. Nos atreveríamos a decir que, más que eso, como parte “necesaria” de ellas. Desde el SPA nos ocuparemos de observarlo con una mirada “psicológica” y qué supone para nuestra psique, además de los posibles riesgos asociados por extensión a los juegos por apuesta. Y es que estos días nos vemos bombardeados por información sobre el sorteo, desde el anuncio tan comentado en los últimos años hasta las notas informativas e incitación a participar por los medios de comunicación. Sin lugar a duda, parece una tradición importante.
El día 22 de diciembre está marcado
como el “día del sorteo” o acepciones parecidas. Quien más y quien menos está
pendiente de qué número ha salido, qué terminación o dónde ha caído la suerte.
Es fácil conocerlo, pues la información al respecto está garantizada, no solo
por los medios, sino por allegados u “oídas” casuales. Podemos definirlo, dada
su repercusión, como “presión de grupo”, definida como una “presión social que
reciben los individuos para pensar o realizar conductas, aunque no estén de
acuerdo con ellas”. En esta línea, se realiza la compra de décimos en grupo y
se manifiestan presiones hacia aquellas personas que no quieren comprar, como
por ejemplo “verás cómo nos toque dinero a todos, y a ti no”; “hay muy pocas
probabilidades de acertar, pero puede que a mí sí”; “tengo un conocido que una
vez le tocó, ¿por qué a mí no?” La lista de motivos parece interminable y se
van interiorizando a lo largo de nuestras vidas.
El aprendizaje cultural que
relaciona el sorteo de la lotería de navidad con emociones de ilusión y
esperanza es importante, viendo cada año a grupos de personas descorchar
botellas a las puertas de las administraciones de lotería, empresas en las que
ha tocado o personas necesitadas que indican que llevan varios boletos del
número ganador. En realidad, solo se nos muestra a los ganadores, pero… ¿y a
quienes no les ha tocado nada? Visto así, parece interesante observar las
probabilidades de lograr un premio. Son pocas. Es cierto que, entre
terminaciones, “pedreas” y demás podemos “recuperar” algo (sin hablar en ningún
caso de ganar). Como dato, la probabilidad de obtener el primer premio es de 1
entre 100.000, esto es, un 0,00001%. Si pudiésemos ver el conjunto de la
población que no ha ganado, quizá nos desmotivaría.
Es quizá uno de los sorteos con
menos probabilidad de ganar, menos rentables, y, sin embargo, es uno en los que
más se participa. Aquí entrarían en juego los sesgos cognitivos, pensamientos
que utilizamos para procesar la información de forma más rápida y sencilla pero
que a veces nos hacen distorsionar la realidad. Entre ellos se encontrarían
algunos como:
- Ilusión de control: creencia en
las propias habilidades para controlar el azar. Con el sorteo de Navidad
creemos que podemos controlar el azar mediante rituales, pasando por ejemplo el
boleto por la tripa de una embarazada.
- Confianza en la suerte: ideas de
“perder por poco” o “casi ganar”, creencias en números de la suerte, rachas,
etc. llevan a sobreestimar las posibilidades de ganar. Muchas veces creemos
tener mayor suerte si escogemos un número “bonito”, cuando en realidad todos
los números tienen la misma probabilidad de salir en el sorteo.
- Heurístico de representatividad:
creencia de que el azar es un proceso autocorrectivo, es decir, que eventos
pasados condicionan eventos futuros. Si compro en la administración de Doña Manolita
tendré más posibilidades de tener premio porque en otros años ha salido un
ganador en esta administración, sin valorar cuántos números se han vendido en
dicho lugar (son muchos y, por tanto, mayor probabilidad de que ahí toque).
- Personificación: atribuimos
intenciones o incluso relacionamos la compra de décimos con personas que
queremos con una relación de mayor probabilidad de aciertos.
La conducta puntual de participar
en este sorteo en sí no supondría un riesgo grande, al igual que invertir a lo
largo del año algún dinero en otros sorteos. Su generalización e
intensificación sí podría suponer problemas dadas las repercusiones sociales o
económicas hacia la persona, pudiendo darse un deterioro en su calidad de vida.
Desde el SPA os deseamos suerte a
quienes hayáis jugado, además de una buena gestión de las ilusiones y
decepciones derivadas de esta tradición esperando que estos datos os sean de
ayuda.
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