Extroversión VS. Introversión
Imaginemos a dos personas. A una de ellas se le atribuyen adjetivos como “sociable”, “hablador”, “abierto” o “espontáneo”. La otra, por el contrario, podría describirse como “discreta”, “independiente”, “observadora” o “tranquila”.
Si estas dos personas parecen el día y la noche es porque, en efecto (y referido exclusivamente a su personalidad), lo son. Estamos hablando de extrovertidos e introvertidos.
Un brevísimo
acercamiento a la personalidad
Antes de poner encima de la mesa el tema del que queremos hablar hoy, hay un punto importante que explicar, la personalidad. En nuestras conversaciones diarias es un término con el que nos manejamos muy a menudo, pero en el ámbito científico ha traído más de un debate consigo. No hay una única forma de considerar la personalidad, ni hay consenso en qué se considera personalidad y qué no. Sin que sea nuestro interés explicar los distintos modelos sí que cabe mencionar uno de los más famosos, el modelo de los cinco grandes.
Extroversión Vs Introversión
Como decíamos, y siguiendo el acercamiento de los cinco grandes, la extroversión sería un extremo del contínuo, mientras que la introversión sería el otro, teniendo toda una escala de grises entre medias. Así que, ¿qué es qué?
La extraversión hace referencia a un rasgo de personalidad en el que la persona disfruta de la interacción social amplia. Hablar con grupos, estar en compañía de otras personas, ser receptores de la atención de los demás o apuntarse a todos los planes serían características de un extrovertido. También lo serían la poca tolerancia al aburrimiento, el malestar con el silencio o. sencillamente, esperar.
La introversión, por el contrario, es el otro extremo del continuo. Personas que prefieren quedarse tranquilamente en el sofá leyendo o viendo una serie en vez de salir de fiesta. O aquellos que disfrutan “perdiéndose” en su mundo interno (conociéndose a sí mismos). También se caracterizan por tender más a la pasividad (siendo reactivos en vez de activos) o por tener dificultades coordinándose con otros.
También es importante recordar que, como hemos dicho, esto
es un continuo. Los dos extremos serían los descritos, extroversión e
introversión, pero entre medias hay toda una gama de grises. Incluso existen
los ambivertidos, que ocuparían el
centro de este continuo y tendrían características de ambos.
Entonces, ¿cuál es mejor?
Muy probablemente todo lector que haya llegado hasta aquí tenga una preferencia en la cabeza. Pero la realidad es que no hay uno que sea mejor que el otro. Se puede decir que habrá situaciones y momentos en los que sea más fácil tener un rasgo de personalidad que otro (por ejemplo, un extrovertido lo tendría más fácil para preguntar direcciones. Mientras que a un introvertido no le supondría mayor problema quedarse en casa un sábado lluvioso). Pero no hay un vencedor, porque nunca fue una competición.
Si nuestra mente fuese una batería, la interacción social cargaría de energía a un extrovertido, mientras que estar solos les agotará. Al levantarse por la mañana estarían descargados, y hablar con gente (por ejemplo al desayunar, o en el transporte público de camino al trabajo) les iría dando energía poco a poco.
Por el contrario, un introvertido empezaría su día con la batería completamente cargada y cada interacción le iría drenando poco a poco. Para ellos, el tiempo de calidad a solas sería su enchufe.
Los ambivertidos… bueno. Depende. Un ambivertido debe conocerse muy bien a sí mismo y sus ritmos para poder regularse eficazmente.
Por último, hay que mencionar que estos estilos no son restrictivos. No significa que un extrovertido vaya a ser incapaz de hacer lo que hace un introvertido y viceversa, sino que no se sentirá cómodo haciéndolo. Hablamos de preferencias, no de limitaciones.
Y tú, ¿qué eres?
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