La
crisis que el mundo está atravesando supone, entre los muchos desafíos, uno
importante: la convivencia. Asunto que, si ya antes se nos hacía a muchos
cuesta arriba, en este contexto de incertidumbre todavía más. El confinamiento
ha hecho que, repentinamente, muchas personas (ya sean amigos, parejas o
familiares) se vean forzadas a compartir las 24 horas del día sin poder salir
de casa. Además, en estas circunstancias se pueden disparar estados emocionales
desagradables e intensos (miedo, ansiedad, tristeza, irritabilidad,
impotencia…), lo que puede ser un caldo de cultivo para que la convivencia resulte
cada vez más difícil.
En
esta entrada proponemos unas sugerencias generales que pueden facilitar el
convivir en casa de una manera más saludable, dentro de lo que la situación de
cada uno lo permita. Sugerencias que convendría que también tuviésemos en
cuenta cuando podamos salir a la calle y volver a nuestras costumbres.
Normas básicas de convivencia. Acordar y hacer explícitas unas reglas
básicas puede ayudarnos a evitar o, al menos, reducir algunos conflictos
innecesarios. Entre las normas, por muy obvias que parezcan, estarían seguir
medidas de higiene y seguridad personal, así
como mantener la casa limpia y ordenada. Asimismo, en el caso de tener a
niños/as y adolescentes es importante que se las transmitamos con cariño, pero
con firmeza, y asegurarnos de que las han comprendido.
Los horarios y las rutinas. Planificar el tiempo, saber a qué vamos
a dedicar el día puede favorecer que no nos sintamos agobiados o desmotivados
la mayor parte de las horas. Así, es conveniente establecer un horario entre
todos para hacer las actividades escolares (si hay menores en casa), laborales
(si hay adultos teletrabajando) y de colaboración en las tareas del hogar.
Igual de importante son los momentos de ocio, tanto compartidos como
individuales, así como mantener unos hábitos equilibrados de alimentación,
sueño, ejercicio físico…
Las emociones y la comunicación. Es natural que, dentro de esta
situación de confinamiento, experimentemos emociones muy diversas que
aparecerán en distintos momentos. En primer lugar, cada uno tenemos un ritmo
diferente, por lo que, con frecuencia, no estaremos sincronizados con las personas
con las que vivimos en cómo nos sentimos, pensamos y nos comportamos. Si
tenemos esto en cuenta, podremos manejar de forma más adaptativa las pequeñas
discusiones que surgen en el día a día. En segundo lugar, observar cómo nos
sentimos va a facilitar que podamos comunicarlo al resto de personas, ya que
éstas, al igual que nosotros, no son adivinas. Por ello, si notamos que estamos
más nerviosos, desanimados, irascibles, si nos ha molestado algo importante…
expresarlo puede, por un lado, ayudarnos a desahogarnos y a no acumular más
tensión de la que ya de por sí podemos estar experimentando, y, por otro, a que
los demás nos entiendan y a que haya posibilidad de cambio. Del mismo modo,
preguntar y esforzarnos en comprender y validar cómo pueden estar sintiéndose
los demás y qué necesitan nos va a facilitar manejar los conflictos sin dar
lugar a malentendidos.
Tampoco
debemos olvidarnos de cuidar cómo decimos las cosas. Ser conscientes de en qué
momentos nuestro estado emocional facilita o no que hablemos desde la calma nos
va a proteger de un desgaste añadido en las relaciones. Cuando nos observemos
desbordados, quizás lo más sensato sea distanciarnos de la situación y esperar
a que nuestra activación disminuya, si no queremos caer en los reproches y los
gritos. Por otra parte, aunque a veces lo pasemos por alto, reconocer a los
demás aquello que nos ha gustado de ellos también propiciará un ambiente más
distendido y afectuoso.
Otra
estrategia que nos puede servir es la negociación. Tratemos de ser flexibles y
negociemos sobre los turnos para ir al supermercado o sobre el volumen y los
tiempos para ver la televisión, por poner algún ejemplo.
Los espacios comunes. Esta cuarentena puede ser una buena
oportunidad para aprovechar los momentos compartidos en familia, en pareja o
entre amistades. Podemos crear una lluvia de ideas en la que cada uno proponga
actividades para hacer en conjunto: por ejemplo, cocinar alguna comida
especial, decorar parte de la casa, jugar con los pequeños… Se trata de
potenciar espacios donde estar juntos que sean lo más agradables posibles y que
faciliten el sentimiento de pertenencia.
Los espacios privados. Otras veces nos apetecerá estar tiempo
a solas y desconectar, respetémoslo. Necesitamos un tiempo y un espacio para
nuestra propia intimidad, desde donde poder resguardarnos si nos sentimos
irritados, tristes o angustiados, o realizar actividades estimulantes o
relajantes, hasta atender a tareas del teletrabajo, entre otras opciones.
Además
de estas recomendaciones generales, también hacemos hincapié en que, para
aquellas personas que estén teniendo dificultades que les generen un malestar
emocional significativo, existe otro valioso recurso, que es el apoyo
psicológico profesional.
Cuidémonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario