lunes, 19 de octubre de 2020

Cáncer de mama

Cáncer de mama, ¿qué podemos hacer los psicólogos?

Hoy, día 19 de octubre, se celebra el Día Mundial contra el cáncer de mama, fecha en que toda la sociedad recuerda la importancia de la lucha contra esta enfermedad. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de mama es más habitual entre las mujeres, y ha aumentado en los últimos años debido al aumento de la esperanza de vida, la urbanización, el aumento de la obesidad y la forma de vida occidental. 
En nuestro país, se estima que, en este año, se diagnosticarán alrededor de unos 33.000 nuevos casos de cáncer de mama, que se han de sumar a los que se diagnosticaron en años anteriores. Estas cifras convierten al cáncer de mama en un verdadero problema de salud pública.

El impacto psicológico del cáncer comienza con el shock del diagnóstico, y se mantiene durante lo que suele ser un tratamiento largo y se puede llegar a mantener una vez se ha superado la enfermedad. 
Durante el tratamiento, se debe hacer frente al menoscabo de numerosas áreas de la vida de la paciente: problemas en el ámbito laboral, deterioro de las relaciones sociales y familiares, síntomas asociados a la enfermedad y al tratamiento, entre otros. Todos estos factores pueden favorecer la aparición de estrés y, por lo tanto, la pérdida de los hábitos de autocuidado de las pacientes, como el ejercicio físico, una alimentación equilibrada, insomnio o el consumo de alcohol o tabaco, etcétera. Además, el estrés sostenido en el tiempo hace que los recursos de afrontamiento decaigan, por lo que aumentan las posibilidades de que las pacientes sufran depresión o ansiedad, así como de desarrollar otros trastornos psicológicos.  

Por lo tanto, cabe preguntarse si existe algo que desde la psicología podamos hacer, y la respuesta es sí. Según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), tras la intervención psicológica clínica se observó una reducción de la sintomatología ansiosa y depresiva durante y después del tratamiento, e independientemente de la edad, el tipo de cáncer, el estadio en el que se encuentre y el género. Por otro lado, la intervención psicológica es eficaz a la hora de tratar las nauseas asociadas al tratamiento y la fatiga derivada de este. Además, la eficacia del tratamiento no se restringe al paciente, si no que también está presente en los familiares que acuden a terapia.  
En el caso del cáncer de mama, además, el tratamiento psicológico puede ayudar a las mujeres a sobrellevar tratamientos que implican cambios físicos importantes, ayudar a manejar la respuesta de su pareja emocionalmente y en cuanto a su sexualidad, y a integrar estos cambios en su autoimagen de una manera resiliente.

En cuanto a su forma, la intervención psicológica en el contexto del cáncer de mama puede abordarse individualmente, en la que se trabaja a nivel personal, y desde una perspectiva grupal, en las que un grupo de mujeres pueden dar respuesta a las necesidades comunicativas y de reflexión sobre las vivencias compartidas. Actualmente, se está trabajando en el empleo de las terapias de tercera generación, especialmente el mindfullness, con el objetivo adaptarlas y de evaluar su eficacia en el contexto del cáncer de mama, siendo los resultados obtenidos hasta la fecha prometedores.

En conclusión, los tratamientos psicológicos son eficaces para mejorar la calidad de vida, reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, mejorar la autoimagen, la sexualidad, la adherencia al tratamiento y la fatiga de las mujeres afectadas por un cáncer de mama.  

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