MIEDO AL CORONAVIRUS… CLAVES PARA AFRONTARLO
La rápida expansión del coronavirus y la incertidumbre de
las repercusiones que esto tendrá, ha desatado una ola de preocupación, pánico e
“histeria” colectiva en nuestra sociedad.
Es totalmente comprensible que reaccionemos con miedo ante
esta situación, considerada de manera objetiva por los expertos sanitarios como
grave e, incluso, elevada a la categoría de pandemia mundial. El miedo aparece
cuando percibimos que va a ocurrir de forma inminente un peligro (ya sea real
o imaginario), mientras que la ansiedad surge cuando anticipamos la ocurrencia de
una posible amenaza futura e inespecífica. Estas dos emociones cumplen la
función de protegernos: si sentimos miedo o ansiedad adaptativos, probablemente
pongamos recursos para prevenir las consecuencias que tememos y, en definitiva,
para ser precavidos y actuar con sensatez.
Sin embargo, hay una diferencia entre mostrarnos ansiosos
y estar preocupados hasta el punto de que nos quite el sueño, entremos en pánico
y no podamos concentrarnos en nuestro
día a día. Desde el Servicio de Psicología Aplicada ofrecemos unas pautas
básicas que nos pueden ayudar a cuidarnos y regularnos emocionalmente:
- Identificar los pensamientos que nos están generando malestar. Pensar constantemente en desgracias futuras no nos ayuda e, incluso,
puede hacer que nos fijemos más en nuestras sensaciones y que atendamos
únicamente a los datos que confirman nuestras creencias catastrofistas. Una
forma adaptativa para afrontar la preocupación excesiva es buscar información a través de las fuentes oficiales y científicas.
Podemos tomar conciencia de los mensajes que nos decimos a nosotros mismos
sobre lo que puede pasar y contrastarlos con los hechos y datos realistas que
envían desde el Ministerio de Sanidad, la Organización Mundial de la Salud u
otros organismos oficiales.
-
No fiarse de las noticias alarmistas que nos proporcionan las redes
sociales y el Whatsapp. Mucha de la información que nos
llega por estos medios son bulos que no cuentan con ningún fundamento riguroso
ni científico, por lo que conviene dejarlos de lado y no contribuir a su
difusión; no hacen más que alimentar
nuestro miedo.
- Evitar la sobreinformación. Estar
permanentemente conectados nos puede crear una sensación de riesgo
desproporcionada. Por tanto, puede ser una buena idea limitar el tiempo que
estamos en contacto con las tecnologías y elegir un momento del día para ver
las noticias relacionadas con el coronavirus. Además, monopolizar las
conversaciones sobre este tema tampoco nos ayudará a sentirnos tranquilos.
-
Mantener la actividad en nuestro día a día dentro de nuestras casas. Podemos planear una rutina diaria que cumplir. Centrarnos en lo que estemos
haciendo y en lo que vamos a hacer a lo largo del día es una manera de estar en
el presente y no irnos al futuro incierto de las preocupaciones. A parte del
trabajo, también podemos buscar actividades con las que disfrutemos y que nos
hagan estar en calma, como realizar ejercicio físico, jugar con los niños y
niñas, leer un libro, practicar la relajación… u otras muchas maneras que a
cada persona particularmente le hagan sentir bien.
- Reconocer las emociones que experimentamos como algo natural que surge ante la incertidumbre de la situación. A veces, contar cómo nos
sentimos a las personas más cercanas puede ayudarnos a estar más calmados,
siempre y cuando sepamos que éstas no nos van a reforzar nuestras
preocupaciones. Quizás podemos buscar otras situaciones del pasado en las que
algunas personas han sido una fuente de apoyo y desahogo real.
- El pánico que se ha despertado
entre la población también afecta a los niños
y niñas, más vulnerables a los miedos infundados dado su
desarrollo evolutivo. Es importante que nosotros, los adultos, podamos hablar con ellos abiertamente acerca del
coronavirus y aclararles todas las dudas, tratando de adaptar nuestro
lenguaje a su edad y transmitiéndoles calma y seguridad. Asimismo, recordemos
que la forma en que nosotros manejamos nuestras emociones y comportamientos
sirve de modelo para los niños y niñas en su afrontamiento de esta situación
estresante y de otras futuras.
- Aplicar adecuadamente las medidas actualizadas de higiene y de prevención recomendadas por las autoridades sanitarias y el Gobierno. Dentro de lo
que podemos gestionar individualmente, es fundamental la acción de cada uno de
nosotros pensando en el bien común.
Como conclusión, no se trata ni de evitar o suprimir el
miedo diciéndonos que no pasa nada ni de que un miedo excesivo nos paralice o
nos lleve a actuar como si fuese el fin del mundo. El miedo justo y necesario nos puede ayudar a
comportarnos desde la responsabilidad y la sensatez cívicas.
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