Con motivo de celebración
el pasado 19 de marzo del día del padre, queremos destacar el importante papel
que ocupan los padres en la crianza y educación de sus hijos e hijas, ya que los estilos
educativos que utilizan pueden tener distintas consecuencias psicosociales y esto
se correlaciona con la forma en la que sus hijos se relacionan con los demás.
Los estilos
educativos son pautas de comportamiento y actitudes que mantiene los padres educandos
a sus hijos, y son dados fundamentalmente por dos factores:
· El
control = que es un sistema
de normas que se establecen en las familias mediante cuales las expectativas
son claras y las consecuencias previsibles. Las consecuencias pueden ser
positivas si el niño cumple las expectativas (reforzamiento positivo) o
negativas si el menor se desvía de la norma (reforzamiento negativo o castigo).
· El afecto
= entendiéndose como la expresión emocional que se da en la
relación padres/hijo y mediante cual el padre responde a las necesidades del
hijo, le ofrece apoyo, mimos y abrazos y le asegura el cariño.
Según los
estudios realizados por Diana Baumrind en los años 1971-1978, la forma habitual
de responder a las necesidades y exigencias de los hijos pueden dar lugar a cuatro
estilos educativos distintos:
v
Estilo autoritario – “aquí mando yo” – este estilo se hace
notar cuando los padres valoran mucho
la disciplina y la obediencia, y dejan poco espacio a las muestras de afecto.
Los padres suelen limitar la autonomía, las respuestas genuinas y las
iniciativas del hijo. Consecuencias: Los niños que provienen de hogares
autoritarios tienden a ser más conflictivos, irascibles, desconfiados,
descontentos y con baja autoestima. Aunque suelen interiorizar las normas
sociales, las competencias sociales suelen ser bajas y utilizan estrategias
poco adecuadas para afrontar los conflictos interpersonales.
v
Estilo negligente –“no molestes” – se da cuando los padres limitan
el tiempo dedicado a las actividades parentales; cuando tanto el control como
la atención a las necesidades del hijo están limitados. Este estilo educativo
suele tener como consecuencias: problemas de comportamiento y
agresividad, pobres habilidades sociales, problemas de ansiedad y depresión,
autoestima baja y falta de empatía.
v
Estilo permisivo – “quiero ser tu amigo”- se caracteriza
por alta afectividad y respuesta inmediata a las necesidades del menor, a la
vez que las exigencias son bajas y hay pocos límites o son difusos. Los padres
evitan imponer reglas y toleran un gran número de conductas. Como consecuencias:
estos niños no suelen interiorizar las normas sociales, tienen problemas de
control de impulsos y tienen baja tolerancia a la frustración. También
presentan problemas de autorregulación emocional y suelen tener dificultades
académicas, aunque también suelen tener la autoestima y la autoconfianza
elevadas.
v
Estilo democrático – “qué
necesitas” – se da cuando los padres son muy atentos a las necesidades de
sus hijos, les ofrece mucho cariño, pero también los límites son claros y las
exigencias adaptadas a las capacidades madurativas del hijo. Son padres que
demuestran respeto hacia sus hijos, les ofrecen apoyo y estimulan su autonomía.
Consecuencias: los niños suelen ser enérgicos, competentes y maduros,
empáticos y altruistas con autoconfianza y autoestima elevada.
El trabajo en consulta, cuando existen
problemas, se dirige a favorecer una adecuada combinación del control y el
afecto, teniendo en cuenta las características individuales de las personas
involucradas en terapia.
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