martes, 3 de noviembre de 2020

Autocuidado

¿CÓMO NOS CUIDAMOS?

Probablemente, si nos preguntamos a nosotros mismos cómo nos cuidamos, responderemos en base a elementos físicos, como por ejemplo la alimentación, el sueño, el ejercicio o el cuidado de nuestra imagen. Sin embargo, el autocuidado, además de estos elementos, engloba mucho más, ya que por autocuidado entendemos todas aquellas prácticas cotidianas que realizamos las personas con el fin de mantener nuestra vida y nuestro estado de salud, desarrollo y bienestar. En el presente artículo vamos a ver algunos aspectos de lo que esto implica.

Por un lado, se refiere a cómo nos relacionamos con nosotros mismos. En primer lugar, el que seamos conscientes de cuáles son nuestras necesidades y nos permitamos satisfacerlas. Por ejemplo, dejando tiempo a nuestro descanso, a hacer actividades que nos gustan, etc. Aunque pueda sonar básico, a veces no nos damos permiso para parar de nuestros quehaceres y dedicarnos tiempo únicamente a nosotros, sin otro objetivo que disfrutar o conectar con nuestro interior. Aquí englobaríamos también el cómo nos relacionamos con nuestras emociones, si nos permitimos sentirlas o hay alguna que tratemos de evitar. Normalmente, esto último ocurre con las emociones desagradables (ej. tristeza, miedo), pero no olvidemos que todas ellas tienen un valor adaptativo y son necesarias. Así mismo, el lenguaje interno que utilizamos, esto es, el discurso interior con el que nos hablamos, tiene un gran impacto en nuestro autoconcepto y nuestra autoestima. A veces nos recriminamos lo que hacemos, lo que sentimos o cómo somos. Lo favorable es utilizar un lenguaje interno basado en la compasión y la aceptación de uno mismo.

Por otro lado, el autocuidado implica cómo nos relacionamos con los demás. A la hora de comunicarnos, es importante que utilicemos un estilo asertivo, es decir, que defendamos nuestros derechos, al mismo tiempo que respetamos los de la otra persona. Esta forma de comunicación hace que sea más probable que la otra persona reciba el mensaje que queremos transmitir y podamos conseguir nuestro objetivo sin la aparición de emociones desagradables. Una forma de comunicarnos asertivamente es utilizando los “mensajes yo”, en los que, en lugar de criticar a la persona por su conducta, le transmitamos cómo nos hace sentir esta, y cuál es el cambio que nos gustaría que hiciera. Por ejemplo: “Cuando me gritas, me siento poco valorado, por ello, te pido que moderes tu tono de voz”. Así mismo, otra forma de cuidarnos es acudir a los demás cuando necesitemos ayuda y delegar tareas que nos puedan estar sobrecargando.

Por último, más allá de cómo interaccionamos con otras personas, está el cómo nos vinculamos con ellas. Lo cierto es que, aunque vivimos en una sociedad que fomenta la individualidad, las personas somos seres sociables, y como tal, somos dependientes los unos de los otros. Con ello, podemos establecer relaciones horizontales y verticales. Las relaciones verticales son más relevantes en los primeros años de nuestra vida, en los que somos niños en proceso de desarrollo y necesitamos que otros nos cuiden. En la vida adulta, hablamos de relaciones horizontales, esto es, de igual a igual, en las que ambos cuidan y son cuidados. Mantener relaciones verticales cuando somos adultos, en las que somos exclusivamente cuidadores o cuidados, puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar.

En el próximo taller del SPA, que dará comienzo la próxima semana y que tendrá lugar los días 11, 18 y 25 de noviembre de 2020, abordaremos esta temática en profundidad, promoviendo el autocuidado entre nuestros participantes y sobre todo, destacando la importancia que este tiene sobre nuestra salud y nuestro bienestar. Pues cuidarse no es una muestra de egoísmo, sino de amor hacia uno mismo y hacia los demás.

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