viernes, 5 de febrero de 2021

Mutilación genital

LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA

La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que se realiza en diversos países de África, Asia y Oriente Medio, como Mali, Indonesia o Arabia Saudí, aunque en los últimos años ha incrementado su incidencia en Europa entre la población migrante originaria de estos países. Consiste en la escisión parcial o total de los genitales femeninos externos por motivos no médicos, sino culturales. Se estima que 200 millones de mujeres y niñas han sido víctimas de MGF en el mundo. El día 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Nuestro objetivo hoy es dar a conocer esta práctica y las consecuencias que tiene en la salud de las mujeres, tanto física como psicológica.

De acuerdo con la clasificación de la OMS, existen diferentes tipos:

Tipo I: Clitoridectomía. Resección parcial o total del clítoris y/o su prepucio.
Tipo II: Escisión. Resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin escisión de los mayores.
Tipo III: Infibulación. Estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris.
Tipo IV. Cualquier otra lesión de los genitales externos con fines no médicos.

Las consecuencias para la mujer a nivel físico se dan tanto a corto como a largo plazo. En el momento de la intervención aparece un dolor agudo, consecuencia de la sección de los nervios de la zona sin anestesia. Además, existe riesgo de hemorragias, infección, VIH e incluso muerte. A largo plazo, pueden darse problemas en la cicatrización del tejido, quistes, úlceras, infecciones y problemas del tracto urinario y/o menstruales.

En lo que refiere a la sexualidad, puede aparecer dolor en las relaciones sexuales, pudiendo producirse desgarros en los casos de MGF Tipo III, lo que afecta negativamente al deseo y la excitación sexual. Así mismo, durante el embarazo y parto pueden aparecer sentimientos de ansiedad y miedo a los procedimientos obstétricos y los posibles desgarros al dar a luz. 

Aunque la investigación es limitada, esta indica que las mujeres que han sufrido MGF tienen mayor riesgo de desarrollar problemas psicológicos y emocionales. La práctica de la MGF es un hecho traumático que puede despertar en las niñas un intenso miedo a morir, sentimientos de traición hacia la persona que tiene la iniciativa de realizar la práctica (habitualmente un familiar cercano) e incluso puede darse disociación traumática (sensación de desconexión con el propio cuerpo o con la realidad). Además, se realiza habitualmente en niñas de entre 4 y 12 años, con lo que, a menor edad, menor capacidad emocional para integrar lo ocurrido, con lo que se vivirá con mayor carga traumática y tendrá peores consecuencias psicológicas posteriores.
A largo plazo, esto puede generar un trastorno por estrés postraumático (TEPT), experimentando recuerdos intrusivos del suceso, ansiedad, insomnio, síntomas físicos sin explicación… Así mismo, esta experiencia impacta en la imagen que la mujer desarrolla sobre sí misma y sobre los demás, generando una baja autoestima, problemas en las relaciones y una imagen corporal y personal negativas. Los momentos que mayor ansiedad pueden generar son la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo y el parto. 

Afortunadamente, y aunque lo deseable es la erradicación de dicha práctica, que vulnera los derechos de las mujeres y niñas, existe la posibilidad de tratar estas consecuencias a través de terapia psicológica:

• Se recomienda terapia cognitivo-conductual para abordar aquellos trastornos de ansiedad y del estado de ánimo derivados de las consecuencias de haber sufrido MGF. 
• El tratamiento psicológico para abordar el TEPT puede realizarse con terapia de EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) o hipnosis.
• Con respecto a las dificultades en la sexualidad, en el caso de la MGF Tipo I, la parte interna del clítoris permanece intacta, con lo que, al no eliminarse por completo las terminaciones nerviosas de este, es posible disfrutar de las relaciones sexuales. Con ayuda de la terapia sexual o de pareja, es posible aprender a desarrollar una vida sexual plena.

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