miércoles, 10 de junio de 2020

Incertidumbre


TOLERAR LA INCERTIDUMBRE

La realidad actual viene acompañada de muchas preguntas: ¿Y si me contagio? ¿Y si enferma alguno de mis familiares? ¿Y si pierdo mi trabajo? ¿Cómo voy a gestionar mi situación económica? ¿Cómo será mi vida en el próximo año? Al entrar y salir del confinamiento estamos enfrentándonos a situaciones nuevas que nos generan incertidumbre y, en este estado, puede que vivamos emociones intensas de miedo, ira, ansiedad… sobre las que nos sintamos desbordados.

Buscar la seguridad y la certeza nos ha ayudado a los seres humanos a sobrevivir como especie. Sin embargo, en nuestra cultura se promueve la idea de que debemos tener el control absoluto sobre todo lo que nos sucede y, ante los contratiempos, buscar una solución rápida y eficaz. La paradoja está en que, con frecuencia, surgen de manera inesperada situaciones complejas sobre las que no podemos anticipar una respuesta clara y unívoca y, ante esto, podemos frustrarnos, preocuparnos en exceso y/o paralizarnos. Por ello, vamos a hablar de la importancia de cultivar la tolerancia a la incertidumbre. A pesar de que no existen estrategias universales que nos sirvan a todos, podemos tener en cuenta algunos recursos internos para desarrollar esta habilidad.

No evitar situaciones de incertidumbre

Ante el miedo de no saber cómo va a transcurrir una situación, muchas veces la respuesta natural es huir de la misma; no obstante, es necesario que seamos conscientes de las consecuencias que puede acarrear si estamos evitando con frecuencia aquello que nos genera malestar. Por ejemplo, si estamos preocupados ante la posibilidad de contagiarnos, puede que optemos por no salir nunca de casa. En un primer momento nos podemos sentir aliviados, pero a largo plazo, al no habernos expuesto a salir a la calle, el día que no nos quede más remedio que hacerlo nuestra ansiedad será mayor. Lo mismo ocurre si nos aterra la posibilidad de suspender un examen: podemos procrastinar y hacer cualquier otra cosa menos estudiar, pero, según van pasando los días, sentiremos una sensación mayor de agobio por tener que enfrentarnos al temario con menos tiempo de preparación.

Ocuparnos en lugar de preocuparnos en exceso

Si bien la preocupación y la ansiedad pueden ayudarnos a adaptarnos mejor a una situación, preparándonos para actuar ante un posible peligro, en ocasiones, esta reacción natural puede convertirse en un bucle interminable de preocupaciones. Cuando pasamos por una situación incierta, podemos tener la tendencia a pensar en los peores escenarios posibles que podrían suceder (visión catastrófica), impidiendo que podamos ver otras alternativas que nos acerquen a una solución y consumiendo nuestra energía.  De manera inconsciente, podemos llegar a encontrar útil preocuparnos al pensar que así podemos evitar daños, decepciones o errores futuros. Pero, realmente, preocuparnos en exceso no nos lleva a buscar una solución y hace que nuestro malestar aumente. Por este motivo, es importante que aprendamos a identificar los momentos en que entramos en bucle, cómo nos hace sentir, y así hacer lo posible por frenar la escalada de pensamientos catastróficos. De esta forma, podremos centrarnos en el presente, analizar más objetivamente la situación que nos inquieta y focalizar nuestra atención en buscar otras maneras de manejarla.

Aceptar el malestar que me genera la situación

Ante una situación desconocida no sabemos exactamente cómo vamos a desenvolvernos o qué nos deparará, por lo que podemos percibirla como una amenaza y, en consecuencia, sentir miedo y otras emociones relacionadas. Un claro ejemplo es la crisis actual, que ha generado una serie de cambios que a todos, a nuestra manera, nos ha trastocado. En este contexto, es necesario que normalicemos y aceptemos que sentimos emociones desagradables: si nos permitimos sentir temor, estrés, rabia, dudas, desánimo… podemos conectar con nuestras necesidades y dar sentido a lo que estamos viviendo.

La evitación, el control y la preocupación excesivas son patrones de comportamiento que nos protegen del malestar que nos genera afrontar la incertidumbre. Sin embargo, a lo largo del tiempo, estas estrategias, cuando se usan de manera continuada, son una trampa que hace que nuestro malestar emocional aumente, al no exponernos a las situaciones inciertas y esforzarnos por dominar algo que se nos escapa a nuestro control. La incertidumbre es inherente al hecho de vivir, por lo que intentar convivir con ella nos puede ayudar a desarrollar una fuente de seguridad interna, a partir de la cual podemos conectar con nuestros recursos, ejercitar nuestra flexibilidad y crecer.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...