miércoles, 17 de junio de 2020

Promover la Inteligencia Emocional

¿Cómo podemos promover la inteligencia emocional en nuestros hijos e hijas?


Se acerca el verano y, con ello, nuestras hijas e hijos pasarán más tiempo en casa, añadido al de los últimos meses que hemos estado confinados. Aunque se puede tratar de una situación demandante que llega a poner a prueba nuestros recursos como padres, podemos aprovechar la ocasión para pasar más tiempo con ellos y ellas, asegurándonos de que sus necesidades están satisfechas. Las mamás y papás nos encargamos de cubrir todas aquellas necesidades que los más pequeños puedan tener: les alimentamos, les vestimos, jugamos con ellos, nos preocupamos por su rendimiento académico y su salud, por que aprendan a montar en bici o a nadar, pero ¿le dedicamos la misma atención a su mundo emocional? A continuación, presentamos algunas claves que podemos tener en cuenta para promover la inteligencia emocional en los más pequeños (Guerrero y Barroso, 2019):

  • 1. Conocer las emociones y su función. En primer lugar, es importante que nosotros, como adultos, entendamos que las emociones son respuestas naturales que nos proporcionan información de nuestro entorno y de nosotros mismos, y que nos movilizan a la acción. Igualmente, que estemos familiarizados con el gran abanico de emociones que las personas podemos sentir, tanto aquellas agradables como las desagradables. Todas ellas son valiosas. Si tenemos la creencia de que alguna de ellas es mala o nos hace parecer débiles, le transmitiremos este valor a nuestros hijos o hijas, limitando su forma de relacionarse con estas emociones que son igualmente necesarias.
  • 2. Reconocer las emociones propias y ajenas. Nosotros somos los modelos de nuestros hijos e hijas, por ello es necesario que seamos capaces de identificar las emociones que estamos sintiendo, a través de nuestras sensaciones físicas, así como que tengamos la habilidad de reconocer lo que sienten los otros, guiándonos por su lenguaje no verbal. De este modo, promovemos esta habilidad también en ellos y ellas. Te invitamos a reflexionar unos minutos: ¿Cómo crees que te relacionas con tus propias emociones? ¿Sabes identificar los lugares de tu cuerpo donde las sientes? ¿Hay alguna emoción que prefieras ocultar cuando la estás sintiendo? ¿Qué modelo de gestión de las emociones crees que le estás transmitiendo a tus hijos o hijas?
  • 3. Legitimar lo que sentimos. Por otro lado, es necesario que validemos las emociones que nuestros hijas o hijos están sintiendo. Todas ellas son legítimas, por sí solas no son ni positivas ni negativas. Sin embargo, hay formas de expresar estas emociones más o menos adaptativas. A pesar de que podemos entender que nuestro hijo esté sintiendo ira, no por ello vamos a aceptar que rompa sus juguetes cada vez que se enfada.para gestionar lo que sentimos. Según vamos creciendo, pasamos a autorregularnos, generando nuestras propias estrategias de regulación emocional. Esta habilidad se desarrolla gradualmente, se trata de un proceso de aprendizaje donde las mamás y papás juegan un papel clave.
  • 5. Reflexionar sobre lo que sentimos. Las emociones son una fuente de información que nos ayuda a relacionarnos con nuestro medio. Promover que los niños y niñas se detengan a escucharlas y descifrar esta información hará que puedan ponerle la etiqueta correspondiente y actuar en consecuencia.
  • 6. Responder adaptativamente. Como decíamos, las emociones nos movilizan a la acción, siendo nuestra tarea responder de la manera más adaptativa posible a las circunstancias, así como enseñarle a los más pequeños cómo es más o menos apropiado responder cuando sienten una emoción determinada. Por ejemplo, cuando estamos alegres nos puede apetecer cantar, cosa que podremos hacer si estamos en casa o en el parque con amigos, pero que no será igual de apropiado si estamos en la sala de un cine.
  • 7. Establecer una narrativa. Otorgarle un contexto a la emoción, esto es, qué más elementos aparecen cuando nos sentimos de dicha forma: sensaciones corporales, pensamientos e interpretación de la situación y acciones que llevamos a cabo. Se trata de unificar las piezas de un mismo puzle, de forma que el niño entienda por qué se siente de ese modo y pueda otorgarle un significado más amplio a su emoción.

El poder relacionarnos saludablemente con nuestras emociones y las de los demás nos facilita la adaptación a nuestro entorno y el bienestar personal. Este es el objetivo que tendremos al educar emocionalmente a nuestros hijos, tratando que se conviertan el día de mañana en adultos con una buena inteligencia emocional

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