jueves, 19 de noviembre de 2020

Abuso sexual infantil

El abuso sexual en la infancia y sus consecuencias

El maltrato o abuso en la infancia puede tomar diferentes formas, maltrato físico, psicológico, negligencia o violencia de género. Hoy queremos ahondar en el abuso sexual en la infancia. 

Al hablar de abuso sexual infantil solemos pensar en los sucesos que habitualmente vemos en la televisión y, quizá, caigamos en el error de pensar que no es algo tan común. Sin embargo, según la OMS, 1 de cada 5 niños será victima de abuso sexual, ante esto podríamos argumentar que esta cifra se debe a la situación de los menores en determinados países, en los que la prostitución infantil es habitual o en los que el matrimonio infantil es algo del día a día. Nada más lejos de la realidad, aunque sí es cierto que la situación de la infancia en estos países no es, ni mucho menos, la ideal; en el nuestro, la situación también dista mucho de serlo. En el año 2018, en España, un total de 1.209 niños sufrieron abuso sexual, a este dato debemos añadir una estimación de los casos que, o no se han detectado, o no han sido denunciados. Estas cifras nos dan una idea de la magnitud real de la situación. 

Todos entendemos qué es el abuso sexual infantil, consiste en el uso de un menor como objeto sexual, pero a veces se nos olvida que no es necesario que exista un contacto físico con el menor. Acciones como enseñar pornografía a un menor, constituye un abuso sexual, puesto que el adulto intenta estimularse o satisfacerse, desde una relación asimétrica o de poder, esta es la clave.  

Cualquier forma de maltrato o abuso tiene efectos desoladores en el desarrollo de un menor. En el caso del abuso sexual, el alcance del daño dependerá de diversos factores entre los que encontramos la duración del abuso, la gravedad del suceso, el grado de riesgo que se haya sufrido, quién sea el adulto, y cuál sea la respuesta del entorno, esto es especialmente relevante en el momento en que el menor comunica lo que sucede. Lo recomendable en este momento es hablar con él o ella, mostrarle el apoyo que necesita y tratar como verídico aquello que nos cuenta, además de alejarle del adulto señalado, poniéndole a salvo.  

Las consecuencias del abuso sexual en la infancia tienen unas características distintivas, que se pueden mantener hasta la edad adulta.
Debemos entender que un acontecimiento de este tipo supone un evento traumático. Con el trauma, se rompe el procesamiento normal de la información, por lo que es muy habitual que las víctimas no tengan recuerdos del suceso. Esto hace que cobren importancia los síntomas físicos, especialmente en el caso de los niños, pues en ausencia de lenguaje todo se expresa a través del cuerpo. Son habituales los síntomas somáticos y el comportamiento autodestructivo hacia el cuerpo, incluyendo autolesiones ideación o conducta suicida, despreocupación por heridas o caídas, y en edades más avanzadas consumo de sustancias. 
También es habitual la aparición de sintomatología compatible con el Trastorno de Estrés Postraumático, incluyendo flashback y evitación de lugares, personas o entornos relacionados con el abuso.

En el ámbito emocional, predominan los sentimientos de rabia, culpa y vergüenza. En aquellos casos en los que el abuso sexual es perpetrado por alguien cercano o de la familia, y en el que el suceso no es agresivo ni violento, puede ocurrir que el menor realice conductas de búsqueda o seducción del agresor. Este comportamiento responde a las amenazas del agresor y al consiguiente miedo del menor. En respuestas a este miedo, intenta “contentar”. Este tipo de comportamiento es utilizado por las víctimas como una forma de garantizar su supervivencia, acomodarse a la situación y fomentar conductas “agradables” en el agresor. Sin embargo, generan una intensa vergüenza y culpa en la victima, que se pregunta porqué actuó de ese modo.

Por otro lado, la sexualidad se convierte en una forma de comunicación, haciendo de la seducción un modo de aproximación indiscriminada al otro (con el peligro que supone) y haciendo que este tipo de relaciones se generalicen, convirtiendo a las víctimas en agresores. Por lo que es posible encontrar que menores víctimas, ejercen estos mismos abusos con otros menores. 

A largo plazo, se puede apreciar un contraste entre la rápida maduración en ámbito sexual, frente a las dificultades en el ámbito emocional, relacional y afectivo. Pero, sobre todo, un intenso sufrimiento que se puede mantener durante mucho tiempo.

Posibles señales en el menor.

Indicadores físicos
Algunos indicadores físicos pueden ser la ropa interior manchada o rasgada, dificultad para sentarse o caminar, dolor o picor en la zona genital, hematomas en la cara interna de los muslos o, lesiones, inflamación o desgarros en los genitales. Si observas alguno de estos indicadores, especialmente si implican un daño físico, es importante acudir a un médico.

Indicadores emocionales
Entre los indicadores emocionales comunes podemos encontrar el miedo a estar solo, a una persona concreta (agresor) o al genero del agresor, tristeza, rabia hacia sí mismo y los demás, vergüenza, soledad, desesperanza y culpa. Es importante recordar que estos indicadores tienen porque ser exclusivos del abuso sexual, antes señales como estas lo recomendable es acudir a un profesional.

Indicadores conductuales
Cambios bruscos de conducta, conductas autodestructivas, conductas regresivas (como volver a hacerse pis en la cama o chuparse el dedo), llanto frecuente e inmotivado, tendencia al secretismo, resistencia a desnudarse o a bañarse, aislamiento y problemas escolares o rechazo a la escuela. De nuevo, debemos recordar que estos indicadores no son exclusivos de una situación de abuso, por lo que lo más adecuado sería acudir a un profesional que pueda evaluar la situación.

Ante el abuso sexual en la infancia, queremos resaltar la importancia de la protección de los menores, celebrar la promulgación de la “Ley Rhodes” de protección a la infancia, y, sobre todo, destacar que un vínculo sólido y basado en el afecto con los cuidadores facilita que el menor pueda comunicar situaciones difíciles, y también, recuperarse de sus consecuencias. 

Si te encuentras en una situación de maltrato (de cualquier tipo) o crees que algún menor de tu entorno puede estarlo, puedes llamar a:

- Fundación ANAR, teléfono de ayuda al menor y adolescente en riesgo: 900 20 20 10
- Fundación ANAR, chat ANAR: https://www.anar.org/chat-anar/
- Fundación ANAR teléfono del adulto y la familia: 600 50 51 52
- Teléfono de contacto de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
- Más recursos: https://www.savethechildren.es/recursos-y-telefonos-para-victimas-de-abuso-sexual-infantil



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