jueves, 18 de febrero de 2021

Juego y adicción

No sólo es el juego

Los juegos de azar por ocio o como medio para obtener ganancias han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad y se pueden entender de muchas formas. Bien, como un pasatiempo, una forma de conocer gente, un método efectivo para alejarse de las sensaciones de soledad y malestar, o una forma fácil y rápida de conseguir dinero. 
En definitiva, podemos enfocar el asunto de muchas formas, lo que es innegable es que los juegos de azar se han extendido a todos los ámbitos de la vida, desde la lotería de navidad hasta las rifas solidarias.

Si tuviésemos que hacer un perfil de la persona que apuesta, quizá diríamos, llevados por la intuición, que es un hombre de edad joven, aproximadamente 20 o 25 años. Que juega principalmente en modalidad presencial, es decir, va a salas de apuestas o casinos. Efectivamente, esto es correcto. En un estudio realizado para la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) se encontró que la mayor prevalencia de juego se encontraba entre varones jóvenes (entre 18 y 30 años) que realizan apuestas presenciales. Principalmente se juega a las tragaperras, apuestas deportivas y loterías. Si bien es cierto que los juegos de azar por Internet están tomando la delantera, especialmente entre los más jóvenes, lo mayoritario sigue siendo las opciones presenciales. 

A la hora de entender cómo se establece el juego patológico y su escalada, debemos tener en cuenta bastantes factores. Aunque su cantidad es grande, podemos clasificarlos en tres grupos. En primer lugar, las variables relacionadas con el entorno. Se relacionan con el origen del juego, incluye factores familiares, culturales y sociales. Parece lógico pensar, que en aquellas sociedades en las que el juego es pecado o está prohibido por ley, la incidencia del juego patológico será menor. 
En segundo lugar, los factores relacionados con el juego. Dependiendo de cuál sea la dinámica del juego, su estructura, sus complementos (luces, sonidos, imágenes) y su complejidad, los juegos de azar son mas o menos adictivos. Decimos que tienen mayor o menor “potencial adictivo”, no es lo mismo jugar a los dados con un cubilete de madera, que a la ruleta en un casino mientras tomamos una copa. Otro punto importante es que el juego esté disponible, sea cual sea la hora o el momento, y de manera sencilla.
Finalmente, los factores relacionados con la persona. Estos determinan el motivo por el que algunas personas que juegan tienen problemas y otras no. Este grupo incluye factores como la personalidad, factores biológicos, la edad, el género o los factores cognitivos. 

En este ultimo grupo de factores, los relacionados con la persona, encontramos una categoría que tiene una relación muy larga con el juego, los factores cognitivos. Estos factores, se refieren a dos cosas: las distorsiones cognitivas y la actitud hacia el juego. 

La primera es una vieja conocida. Son todos aquellos atajos que toma nuestra mente para entender algo tan complejo como el cálculo de probabilidades, que es en lo que se basan algunos juegos de azar. Obviamente, esto es prácticamente imposible, la capacidad de cálculo necesaria para manejar los datos requeridos solo está al alcance de unos pocos privilegiados. Además de que, algunos juegos ni siquiera dependen de esto, son puro azar. 

Por otro lado, está la actitud. Este es un campo de reciente estudio y hasta hace relativamente poco, la comunidad científica no se había planteado que la consideración como positiva o negativa del juego en sí, pudiera ser relevante a la hora de explicar porque se produce el juego patológico. En lo que se refiere a la actitud nos encontramos en terreno inexplorado, los estudios preliminares indican que podría ser un elemento que tener en cuenta a la hora de explicar el establecimiento del juego, establecer pronósticos y predecir la conducta futura de la persona. 

En definitiva, los problemas con el juego no son nuevos, los conocemos desde hace bastante, pero siguen siendo tremendamente complejos, por su resistencia al cambio, la gran cantidad de personas que se ven afectadas y el sufrimiento de quienes los padecen de manera directa y también a las personas que tienen cerca. 

Por este motivo resulta de gran relevancia destinar los recursos necesarios a prevenir que se establezca el problema de juego con apuestas, paliar los efectos del juego si no se ha podido evitar, ayudando a la persona (y su entorno) a recuperarse y, por supuesto, a la investigación sobre el mismo, con el objetivo de que toda intervención que se haga sea lo más eficiente posible. 

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