martes, 16 de mayo de 2023

La curva de la ansiedad

La curva de la ansiedad

Los problemas relacionados con la ansiedad actualmente representan una gran parte de los motivos de consulta dentro de la terapia psicológica. Esto se hace evidente no solo en el mayor conocimiento social que encontramos a nuestro alrededor sobre esta temática, sino también al descubrir el uso de psicofármacos como los ansiolíticos en nuestro país. Se estima que aproximadamente el 9,7% de la población española ha recurrido al uso de benzodiacepinas en el último mes. Datos como este evidencian la necesidad de abordar la problemática pero ¿en qué consiste la ansiedad?

Dentro de la psicología entendemos a ansiedad como un estado emocional desagradable que cursa con sensación de nerviosismo, activación fisiológica, tensión muscular, sensación de peligro o preocupación, y necesidad de evitar aquellos estímulos que generan esa ansiedad, entre otros.

Si bien conocemos que la ansiedad puede ser tanto un síntoma de algunos de los problemas de salud mental como un trastorno en sí mismo; los problemas relacionados con la ansiedad más habituales son: ataques de pánico, agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, ansiedad por separación, fobia social y fobias específicas.

Hoy, queremos abordar uno de los componentes principales de la ansiedad: la evitación. Esta consiste en tratar de no exponernos a aquellas situaciones que nos generan malestar, llegando al punto de evitar lugares, personas, experiencias etc., que sepamos que pueden llevarnos a sentir esa ansiedad. Y de la mano de estas evitaciones, se encuentran también los escapes, es decir, dentro de la situación ansiógena en el momento de mayor malestar, huir de ese estímulo que nos está desregulando. Pese a que las evitaciones y los escapes son estrategias que pueden ayudarnos a evitar cierto grado de sufrimiento, en ocasiones se convierten en aquello que mantiene el problema.

Un ejemplo de ello son las fobias a animales. Si sentimos pánico cada vez que vemos una araña, es probable que evitemos todos aquellos lugares donde creemos que podemos encontrarlas y que si encontramos alguna en el momento de mayor malestar huyamos corriendo de ese lugar, evitando mirarla, pensar en ella, permanecer en el espacio etc. Y pese a que esos escapes y evitaciones nos están protegiendo del malestar a corto plazo, lo que nos encontraremos en el futuro es un proceso de incubación.

La incubación se produce cuando, al subir la curva de ansiedad y estar en la parte más alta de la curva y por tanto de mayor malestar, huimos de la situación, escapamos. Con ello, la ansiedad se “incuba” y en el futuro esta curva será aún más pronunciada. Es por ello que en ocasiones escuchamos que es necesario que nos “enfrentemos a nuestros miedos”. Aunque puede parecer una frase hecha, detrás de ella se encuentran los procesos de aprendizaje de la ansiedad que se conocen desde la psicología. Es por esto que para evitar la incubación y permitir el proceso contrario, la habituación, necesitamos pasar por la curva de ansiedad hasta su descenso sin escapar del malestar.

No obstante, sabemos que los afrontamientos necesarios para hacer frente al miedo y la ansiedad son complejos y es necesario contar con herramientas de regulación emocional, por ello es necesario acudir a un profesional cuando sintamos que una situación nos puede estar superando.

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