jueves, 5 de octubre de 2023

Procrastinación

Procrastinación

        Retrasar ciertas acciones y elecciones, en ocasiones, es una costumbre que puede estar más o menos presente en nuestro día a día, sin que ello tenga un impacto significativo o vaya acompañado de consecuencias desagradables. Sin embargo, si se extiende y llega hasta un punto que ocupa un espacio importante se convierte en un hábito problemático que puede afectar a nuestro bienestar general. Este fenómeno se conoce como procrastinación.

        De acuerdo con la RAE, la palabra procrastinar encontraría su etiología en procrastinus, en la que pro indicaría “postergar / a favor de”, mientras que crastinus hace referencia a “de mañana”. Aunque, es importante diferenciar la procrastinación de lo que conocemos como postergación o demora, dado que estos conceptos se refieren al aplazamiento de una tarea por otra que es más urgente o importante en ese momento.

        Ahora bien, ¿por qué aplazamos las obligaciones que tenemos pese a conocer la importancia de las mismas? Existen multitud de causas por las cuales podemos vernos “enredados” en este problema, por lo que es necesario conocer cada problemática de manera individualiza. Sin embargo, algunas de las causas más comunes son las siguientes:

· Perfeccionismo: por ciertas experiencias vitales, como las altas expectativas puestas sobre uno mismo, se ha podido desarrollar un patrón perfeccionista que impida sentirnos conformes con nuestro desempeño, dificultando el inicio de tareas.

· Miedo al error: muy relacionado con el primer aspecto. En ocasiones, podemos haber aprendido a relacionarnos con el error desde emociones como el miedo o la vergüenza. Estas emociones son muy paralizantes y podemos acabar encontrando en la procrastinación un espacio que nos permita no entrar en contacto con éste (a corto plazo, claro).

· Dificultad para postergar las gratificaciones: cuando se trata de una tarea más elaborada en la que los beneficios se obtienen a largo plazo, el inicio de ésta puede resultarnos difícil al no encontrar esa recompensa más inmediata.

· Malestar generalizado: estar con un estado de ánimo, por ejemplo, también nos puede llevar a posponer muchas tareas y decisiones.

· Dificultad en cuanto a la gestión del tiempo: no saber estimar adecuadamente cuánto tiempo nos va a llevar una tarea, en qué momento del día es más conveniente realizarla, cómo ordenar las tareas en función de la urgencia, etc.

        Esta lista describe algunos ejemplos de causas que pueden ayudar a explicar, y a entender, el porqué de este hábito; por lo que van a ser necesarias distintas estrategias de intervención en función de cada necesidad. 

        ¡Esperamos que os haya resultado interesante!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Empatía

"La Capacidad Transformadora: Explorando el Poder de la Empatía"      La empatía, esa cualidad humana que nos permite ponernos en ...